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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 29 del Tiempo Ordinario( 21.X.2012)- Ciclo B

SERVIR ES EL SUPREMO PODER

“El Hijo del hombre ha venido a dar la vida”

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Los tres grandes ídolos humanos son el dinero, el poder y el placer. El evangelio del domingo pasado hablaba del ídolo del dinero; el hoy, del ídolo del poder. Más en concreto, del ídolo del poder en la Iglesia. Porque idolatrar el poder no es exclusivo de los grandes de este mundo: políticos, empresarios, dueños de grandes cadenas de comunicación, directores de grandes proyectos científicos o culturales. Se da incluso en la familia, donde él o ella –ahora ellos, los hijos- quiere imponerse sobre el otro. Y se da en la Iglesia. El Papa actual se ha referido a él en más de una ocasión. No hay que asombrarse, porque se dio ya entre los mismos apóstoles. Lo dice el evangelio de hoy con toda claridad: “Se acercaron a Jesús Santiago y Juan, a decirle: Maestro: concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Los otros diez no se quedaron atrás, sino que “se indignaron contra Santiago y Juan”, pues ambicionaban lo mismo. Jesús no pensaba ni actuaba como ellos. Él era Dios, pero al hacerse hombre no se presentó como “Señor” sino como “servidor”, entregando su vida en rescate salvador por todos. Por eso, reuniendo en torno a él a los Doce, les dijo: “Los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes les oprimen. Entre vosotros, nada de eso. El que quiera ser el primero que sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre –Yo- no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar la vida en rescate por todos”. Jesús ha cambiado el poder en servicio. Ciertamente, reina sobre el mundo y la historia después de su glorificación. Pero también “reinó desde la Cruz”, como canta la liturgia del Viernes Santo. Más aún, porque –como proclama esa misma liturgia- sirvió entregándose a la cruz por amor a los hombres, ha sido constituido tan “Señor”, que ante Él se postran el cielo, la tierra, todos y todo. Un adagio alemán dice: “O eres yunque o martillo”, es decir: o dominas o eres dominado. Jesús ha dicho: sé yunque y sé martillo: domina sirviendo.  

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