Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 26 DEL TIEMPO ORDINARIO (30.IX.2012) - Ciclo B

¿CÓMO VIVEN LOS CRISTIANOS?

“Si tu mano te
escandaliza, córtatela”

_________________________________________________________________

¿Cómo tiene que comportarse el cristiano con los que no lo son?, ¿cómo
debe valorar el escándalo?, ¿cómo debe actuar cuando hay cosas que le apartan
de Dios? Estas tres son las grandes cuestiones que plantea el evangelio del
presente domingo. Su actualidad no puede ser mayor. Respecto a la primera,
Jesús es muy claro: “El que no está contra nosotros, está con nosotros”. Es
decir, hay que tener la mente y el corazón abierto para que en ellos quepan los
que no piensan ni actúan como nosotros. La tendencia humana es dividir el mundo
en dos mitades: “los nuestros” y “los que no son” de los nuestros, aceptado a
los primeros y excluyendo a los segundos. Esa postura no es cristiana. Los
cristianos no diremos que está bien lo que está mal, pero sabremos convivir con
todos, disculpar a todos y perdonar a todos. En cuanto al escándalo dado “a los
pequeños”, es decir: a la gente sencilla y buena que cree en Jesús, el
evangelio de hoy emite un juicio
tremendo: “al que escandalice a uno de estos pequeños, más le valdría
ponerle una rueda de molino y echarle al fondo del mal”. Es tal la gravedad del
escándalo, que no es un precio excesivo poner en el fondo del mar al que
pretende hacer caer a los pequeños, especialmente si son niños. Deberían
pensarlo en serio los periodistas, los editores de revistas y libros, los
realizadores de programas televisivos, los profesores de primaria y secundaria,
lo políticos y tantos otros. La misma reacción drástica hemos de aplicarnos
respecto a personas, cosas y ocasiones que nos llevan a apartarnos de Dios.
Aunque sea algo tan querido y necesario como los ojos, las manos y los pies,
hay que preferir quedarse tuerto, manco o cojo –en sentido figurado- antes que
ofender a Dios. Jesús nos ha anunciado el evangelio. Pero la “buena noticia”
–eso significa el evangelio- tiene sus exigencias. Él mismo señala las
consecuencias de no asumirlas: será “echado en la gehenna, donde el gusano no
muere y el fuego no se apaga”. No es Dios quien nos excluye de su compañía
eterna. Somos nosotros quienes nos excluimos con nuestras decisiones y modo de
vivir. Actuar en cristiano es maravilloso, pero eso tiene un precio.

0 comentarios