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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 15 del Tiempo Odiario (12.VII. 20202) - Ciclo A

TIERRA, SEMILLA, COSECHA

*** “Cayó en tierra buena y dio el ciento por uno”Las cosechadoras y tractores están a toda máquina. Es la hora de la cosecha y de recoger el fruto de los sudores del año. Según las primeras estimaciones, la cosecha de este año es excelente. Por lo que habrá fincas que den seis mil o más kilos por hectárea, otras entre cuatro y cinco mil y el resto entre tres y cuatro mil. Cuando pase el verano y el labrador eche cuentas, no se sorprenderá de que haya tanta diferencia en el rendimiento. Quien no conozca el oficio de labrador, quizás se sorprenda. Ciertamente la diferencia no se debe a la semilla, que ha sido igual en todas las fincas. Ni a los abonos, que también han sido los mismos. Ni a los cuidados del labrador, pues no ha hecho distinciones. La razón es muy sencilla: es la calidad de la tierra. Hace dos mil años, Jesús dijo una parábola parecida, aunque, como es lógico, no hablara de cosechadoras ni tractores. No los había. Pero sí había clases de tierra y también entonces, como siempre, las buenas tierras producían más que las medianas y regulares. Esa parábola la encontramos en el evangelio de este domingo. Él hablaba de semilla que cae al camino, en calvaras, entre espinas y en buena tierra y que, a la hora de recoger el fruto, sólo ésta lo dio abundante y sazonado. Él era el sembrador, la semilla era su Palabra y nosotros la tierra. Pregunto y me pregunto: ¿Qué clase de tierra eres tú y soy yo? ¿La que escucha la predicación y la catequesis como quien oye llover? ¿La que recibe muy contento ese mensaje, pero a las primeras de cambio –las dificultades por ser coherente, también en verano-, dice que lo deja para septiembre? ¿La que es buena tierra, pero está demasiado pendiente de la salud, de las vacaciones, de la playa, y de tantas cosas que acaban por ahogar el fruto? Quiero pensar que eres buena tierra y que das fruto. Pero sigo preguntando: ¿Das todo el fruto que Dios espera de ti y que necesitan quienes están a tu lado en tu familia, en el trabajo, en la sana diversión, en las mil y una necesidades que tiene tanta gente? Dale vueltas hoy a la pregunta: ¿Qué clase de tierra soy? ¿Doy todo el fruto que Dios espera de mí?  Y toma decisiones ahora. No mañana.                        

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