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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 17 del Tiempo Ordinario (29.7.18)- Ciclo B

UN MILAGRO DE PAN PARA EUROPA

“Sobraron doce canastas”

***** La imagen no puede ser más espectacular. Jesús ha subido a una pequeña colina rodeado de una gran muchedumbre, pues sólo los hombres son más de cinco mil. A sus espaldas, el aire limpio que viene del Líbano. A sus pies, el azul intenso de las aguas del mar de Galilea. Sólo hay una nota discordante: la muchedumbre está hambrienta y no hay alimentos disponibles, pues sólo se cuenta con cinco panes y dos peces. No  importa. Jesús va a emplear su poder y misericordia para resolver el problema. Dice a sus discípulos que manden sentar a la gente. Toma los panes y los peces y sus manos se convierten en una panadería tan extraordinaria que todos comen hasta saciarse y sobran doce canastas de pan. “No sólo de pan vive el hombre”, había dicho al diablo tentador en el desierto. Pero también mandará pedir al Padre “el pan de cada día”. El hombre, en efecto, necesita el pan de la verdad para su inteligencia y el pan de trigo para su estómago. Los dos, porque no es un ángel ni es un animal. “Mitad ángel y mitad bestia”. dijo Pascal. A día de hoy, poblaciones enteras de África y Asia claman por el pan de trigo o de maíz porque se mueren materialmente de hambre. Los Estados florecientes de Europa, de Japón y América deberían tener las mismas entrañas de misericordia de  Jesucristo para darles, al menos, lo que destruyen: ¡nada menos que la tercera parte de los alimentos! Pero estos mismos países, hartos de pan y bienestar material, necesitan con urgencia el Pan de la Palabra de Dios. Para su desgracia, están inapetentes. No sienten ninguna necesidad de él. Es un hambre mucho peor que el material. ¿Quién y cómo será capaz de suscitar en Europa las ganas de alimentar su alma y su inteligencia con la Palabra de Dios y con la palabra de la verdad sobre el hombre y su destino último y trascendente? Me lleno de esperanza cuando pienso que Jesús no nos dejará tirados en la cuneta de la historia sino que –cuando quiera y como quiera- realizará otra multiplicación de panes y peces aún más prodigiosa que la del mar de Galilea. Pidamos que no tarde.           

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