Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo des la SS. Trinidad (11 del Tiempo Ordinario) - Ciclo A

EL DIOS QUE NOS HA REVELADO JESUCRISTO

«Tanto Dios al mundo, que le dio a su Hijo»

____________________________________________________

Alguien ha dicho –y ha dicho bien- que el Dios de los cristianos no es un Dios solitario sino un Dios familia. Es un modo nuevo de decir lo que siempre ha profesado la fe católica, a saber: que Dios en uno en naturaleza y trino en personas. O lo que es lo mismo, que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Los hombres somos demasiados pequeños para meter en nuestra cabeza un misterio tan grande. De hecho, sólo hemos llegado a conocer su existencia, porque Dios mismo nos lo ha dado a conocer. En el Evangelio hay muchos pasajes en los que aparece esta verdad. Por ejemplo, en el Bautismo de Jesús el Padre llama a Jesucristo Hijo suyo muy amado y el Espíritu Santo desciende sobre Jesús en forma de paloma. El mismo Jesús en el evangelio de san Juan nos ha trasmitido que él es distinto pero igual al Padre y que el Espíritu Santo es también distinto de los dos, pero igual a ellos. Quizás alguno esté tentado de decir: “¿Qué más da?” Pues… no da igual. Y no da igual, porque el Dios que nos ha revelado Jesucristo es un Dios Amor. Y para que haya amor es preciso que haya tres: uno que ama, otro que es amado, y el amor que une al uno con el otro. De que Dios sea Trino en personas depende que sea un Dios Amor. Depende que nos comprendamos a nosotros mismos como lo que realmente somos: no un producto del acaso sino fruto del amor. Todos los hombres y todas mujeres somos fruto del amor de Dios. Y depende que entendamos que el único modo de relacionarnos entre nosotros y con Dios es el amor. Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, me viene a la mente esta bellísima confesión: “Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro más busco” (santa Catalina de Siena). Y no puedo menos de volver a mis años de niño, cuando me enseñaron a decir: “amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo, y por amor a Dios, amo a mi prójimo como a mismo”. Hermosa jaculatoria para repetirla hoy.       

0 comentarios