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LITURGIA DEL VATICANO II

Pentecostés (8. VI. 2014) - Ciclo A

LA IGLESIA NECESITA UN NUEVO PENTECOSTÉS

“Recibid el Espíritu Santo”

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A mí no me llama la atención que san Pablo escribiese su magnífica carta a los Romanos. Al fin y al cabo, era un gran intelectual, que se había formado en su docta ciudad de Tarso y “doctorado” en Sagrada Escritura en la mejor “universidad” bíblica de entonces: Jerusalén. Cuando se convirtió, Dios contaba con un instrumento adecuado para convertirle –con su palabra y escritos- en el gran evangelizador de los gentiles. En cambio, me llama poderosamente la atención que san Pedro escribiera una carta muy profunda sobre el Bautismo y, sobre todo, que san Juan haya sido llamado “el teólogo” por la hondura de su Evangelio y de sus cartas. Porque Pedro y Juan, a diferencia de Pablo, la única universidad que habían frecuentado era el mar, lo que explica que fueran casi analfabetos. Además, tampoco habían demostrado ser unos linces para comprender las lecciones que les dio Jesús mientras vivió con ellos. ¿Cómo es posible que ellos hayan escrito con tanta profundidad sobre el misterio de Cristo? El acontecimiento que hoy celebramos disipa mi extrañeza. Hoy, en efecto, es Pentecostés, la fiesta en que los judíos celebraban la entrega de la Ley y de la Alianza y que Jesús convirtió en fiesta del Espíritu la misma tarde de Pascua, cuando les dijo lo que hoy leemos en el evangelio: “Recibid el Espíritu Santo”. Esta es la clave para entender que los apóstoles no sólo escribieran grandes epístolas, sino que fueran capaces de lanzarse a la conquista espiritual del poderoso y corrompido Imperio Romano, con el anuncio de que Dios se había hecho hombre, había muerto por ellos en la cruz, les había salvado y les anunciaba esta Buena Noticia para que se convirtieran a él. ¡Y lo lograron!, como lo demuestra el racimo de comunidades cristianas que brotaron en todas las grandes ciudades del Mediterráneo. La Iglesia de Europa tiene ante sí un reto no inferior: lograr que este continente respire el aire de la Buena Noticia a lo largo y ancho de sus actividades, tareas, problemas y proyectos. Es una misión que sobrepasa sus fuerzas. Necesita un nuevo Pentecostés. Clamemos todos con fuerza: “¡Espíritu Santo ven, ven!”

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