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LITURGIA DEL VATICANO II

Dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán (9.XI.2014)

¡RECUPEREMOS LA SACRALIDAD DE LAS IGLESIAS!

“Mi casa es casa de oración”

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Este domingo celebramos la Dedicación de la Basílica de Letrán. En la fachada de entrada hay una lápida con esta inscripción: “Madre y Cabeza de todas las iglesias”. Es así porque es la catedral del Papa. La fiesta de hoy nos remite, por tanto, a la Sede de Pedro y quiere celebrar nuestra unión con el Papa y con todas las comunidades diseminadas por el mundo. ¿Por qué los cristianos damos tanta importancia a ese y a   los demás templos, siendo así que Jesús dijo a la Samaritana que la cuestión no era si había que adorar a Dios en Jerusalén, como decían los judíos, o en el monte Garizín, como pensaban los samaritanos, y san Pablo dice que los cristianos somos “templos de Dios”? ¿Por qué ir a la iglesia cada domingo? La respuesta es esta: porque Jesucristo ha venido para formar un pueblo, una comunidad de personas en comunión con él y entre sí. Esta realidad es invisible y universal, y el templo sagrado la hace visible y la manifiesta. Es su signo. La iglesia es, por tanto, el lugar privilegiado donde nos encontramos con Dios precisamente porque es lugar el donde se realiza y hace visible la comunidad cristiana. Es el lugar privilegiado para encontrarnos con Dios porque es ahí donde resuena la Palabra de Cristo y donde se celebra la Eucaristía. Muchos han encontrado a Cristo entrando en una iglesia. Es el caso de Paul Claudel que encontró la fe durante la celebración de unas vísperas, y el de André Frossard que la encontró en el silencio del tabernáculo. Por eso, es indispensable restituir a nuestras iglesias el clima de respeto y compostura que les corresponde. Digo “restituir, recuperar”, porque tantas veces se parecen mucho a una plaza pública donde se charla y cada uno se exhibe ante los demás. Toda palabra inútil y en alta voz, especialmente durante las celebraciones, es una falta de respeto al lugar sagrado. Toda vestimenta indecorosa lo es aún más. ¿No se guarda un silencio profundo y se viste con etiqueta cuando se asiste a una Ópera? Pues en la iglesia se canta una opera divina de adoración y alabanza infinita. Que eso es la Eucaristía.           

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