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LITURGIA DEL VATICANO II

Tercer domingo de Pascua (10. IV. 2016) - Ciclo C

ÉXITO, ESFUERZO Y DIOS
“Apacienta mis ovejas”

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El evangelio de este domingo tiene tres secuencias: la pesca milagrosa en el lago de Galilea, una comida y un diálogo íntimo con Pedro. Primera secuencia: Pedro y otros siete discípulos van a pescar. Bregan toda la noche, pero no pescan nada. Al amanecer les dice Jesús, sin que ellos sepan que es Él: “Echad la red a la derecha”. La redada de peces fue especial: “ciento cincuenta y tres peces grandes”. En el momento del fracaso de sus discípulos Jesús se hace presente, da instrucciones pertinentes, ellos obedecen y hacen una gran redada. Está claro que el éxito no es suyo sino de Jesús. ¡Gran lección para quienes nos llamamos sus discípulos!: no estamos solos nunca, especialmente cuando sentimos el peso del fracaso apostólico. Pero hay que descubrir la presencia del Señor, dejarse interpelar por él y obedecer sus inspiraciones a rajatabla. El resto es cuenta suya. Segunda secuencia: Jesús es tan humano, que ha preparado una lumbre para que se calienten sus discípulos, un pez para que coman y un poco de pan para que lo acompañen. No es difícil pensar en la Eucaristía que nos da Jesús cuando nos reunimos con él en la eucaristía de cada domingo. Él prepara para nosotros un pan especial: el pan del Cielo, Él mismo hecho comida. Tercera secuencia: la última vez que Jesús y Pedro habían hablado fue la noche triste de las negaciones. El “aunque todos, yo no”, se convirtió en un terrible “no conozco a ese hombre”. Pedro pagó muy cara su presunción. Pero la mirada de Jesús le convirtió, “lloró amargamente” y aprendió la gran lección de la humildad y la desconfianza en sí mismo. Ahora Jesús le pregunta por tres veces “¿me amas más que éstos?” Pedro dice simplemente, “sí, te amo”, sin compararse con los demás. En la tercera es todavía más humilde: “Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero”. Ahora ya puede recibir el gran encargo de Jesús: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas”. Pedro ya está ganado por el amor de Jesús. No es posible ser pastores en la Iglesia si no existe esa relación íntima con Jesús. Tampoco es posible ser oveja. ¿Cómo andamos de amor, unos y otros?

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