Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 33 del Tiempo Ordinario (17.XI.2019) - Ciclo C

**** PROFECÍAS PARA HOY Y MAÑANA

“Todo será destruido”

Jesús y sus discípulos se encuentran en Jerusalén frente al Templo, extasiados por esa joya reedificada y embellecida por Herodes el Grande. No son los únicos que sienten esa emoción. Algunos no pueden contenerse y dicen sin rubor: ¡qué maravilla! Jesús lo escucha e interioriza. Luego pronuncia una triple profecía: una para el futuro inmediato, otra para el futuro lejano y otra para el futuro final, cuando desparezca este mundo. La primera profecía es escueta: “No quedará piedra sobre piedra”. La segunda también es clara y cortante: “Habrá guerras y revoluciones”. La última es más amplia: “Todos os odiarán por causa de mi nombre. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.  La primera ya se ha cumplido. Jesús la hacía hacia el año 30. Cuarenta años más tarde, el ejército de Vespasiano arrasaba Jerusalén y prendía fuego al Templo, calcinándolo todo. La segunda se ha cumplido también, aunque se sigue y seguirá cumpliéndose. ¡Cuántas guerras y revoluciones han tenido lugar desde entonces! Hoy mismo arden Chile, Bolivia y Hong Kong, y Venezuela es un polvorín que puede explotar en cualquier momento. Cuando estas se pacifiquen, surgirán nuevos conflictos, porque esa es la soldada del pecado. La tercera ha comenzado a cumplirse, aunque ignoramos si estamos en el preludio o en el final. Basta echar un vistazo al mapa de las persecuciones para verificarlo de inmediato. Ser cristiano está mal visto en muchas latitudes del mundo. Más aún, ser cristiano se paga con una persecución abierta, descarada y violenta en muchos países donde imperan las dictaduras o, en las democracias liberales, como ocurre en Europa y España, con persecuciones más solapadas pero también crueles y radicales mediante la burla, la ironía malévola, el sarcasmo y la mentira. Lo más probable es que la realidad se envenene aún más. ¿Qué hacer? Jesús no sólo hizo las profecías sino que nos indicó el modo de reaccionar: fiándonos de Dios y siendo fieles a nuestra fe. Dios cuida amorosamente de nosotros, pues, “hasta vuestros cabellos están contados. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.     

0 comentarios