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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 25 del Tiempo Ordinario (18.IX.2016) - Ciclo C

SAGACIDAD Y CORRUPCIÓN

“Lo alabó por su astucia”

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El evangelio de hoy es una parábola sobre la corrupción. Mejor dicho, sobre la actitud de un corrupto. El caso está descrito en tres actos y una conclusión. El primer acto es muy claro: un administrador es acusado de defraudar y su amo le cesa en el cargo. El acto segundo es una especie de soliloquio que mantiene el despedido consigo mismo sobre su futuro: “para cavar no tengo fuerzas; pedir limosna me da vergüenza”. El tercer acto es la solución a la que llega: como todavía tengo poder, voy a ganarme amigos para cuando me despidan definitivamente. Y pone manos a la obra. Llama a uno que debía cien barriles de aceite y le dice que rompa ese recibo y firme otro en el que diga que debe cincuenta. A otro que debía cien fanegas de trigo, le dijo lo mismo y le propuso que firmara un recibo de ochenta. La conclusión es desconcertante: “el dueño alabó al administrador”. ¿Quiere decir que Jesús ababa la corrupción y los desfalcos? En modo alguno. Lo que Jesús alaba no es el mal comportamiento del administrador sino su sagacidad y celeridad para resolver su futuro. La enseñanza de Jesús es ésta: sus discípulos tenemos que tener la misma sagacidad para las cosas buenas que tuvo este administrador para las malas. De hecho, añadió este ejemplo: “ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”. No cabe duda que el dinero se presta a la injusticia, al egoísmo, al despilfarro y a tantas cosas malas. No es malo en sí mismo, pero lleva consigo peligros serios. ¿Cómo proceder con él  con la misma astucia y sagacidad que el administrador? Dándoselo a los pobres y necesitados.  Lo que damos a los pobres y necesitados, se lo damos al mismo Cristo. Si ahora procedemos así, cuando llegue el momento en que Cristo venga a juzgarnos, nos abrirá las puertas del cielo. ¡Eso sí que es proceder con sagacidad, prever el futuro de verdad y hacer negocio! Y quien dice “dinero” puede decir talentos, cualidades, habilidades, etc. Dar esto a los demás por amor a Jesucristo es allanar el camino del cielo. ¡Lástima que los hijos de este mundo son, tantas veces, más sagaces que nosotros!  

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