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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 28 del Tiempo Ordinario (15.X.2017) - Ciclo A

LIBRES PERO RESPONSABLES

“Arrojadlo fuera, a las tinieblas”

_________________Algunos piensan que es igual acoger a Dios y rechazarlo, blasfemar y hablar con educación, ir a misa y no pisar nunca la iglesia, educar a los hijos y escandalizarlos, tener odio y perdonar, vivir en castidad y atiborrados de pornografía, decir mentiras y decir la verdad, estafar y ser honrado en los negocios, en una palabra: decir “sí” a la invitación que Dios nos hace para participar en su banquete de bodas –el Cielo- y no rechazar una y otra vez sus mandamientos. Jesús responde hoy en el evangelio y nos dice: no es lo mismo. Ciertamente, podemos elegir libremente, pero no somos libres frente a las consecuencias de nuestra elección. El pueblo de Israel era libre para aceptar la alianza que Dios le ofertó, pero, una vez aceptada, ya no lo era para violarla. Por eso, ante la continua infidelidad, Dios le quitó esta primogenitura y se la entregó a otro Pueblo. Es el mismo tema que el del domingo anterior y el precedente. Únicamente varía el punto de comparación: dos hijos ante la propuesta de su padre, los viñadores malvados y los invitados a una boda. Jesús recuerda a los dirigentes del Pueblo elegido que serán apartados del banquete y sustituidos por otros invitados, porque una y otra vez han rechazado la invitación con desdén, desprecio o violencia. La insistencia de Jesús en el mismo argumento muestra que se trata de algo muy serio. Ciertamente lo es. Porque lo que está en juego es nuestro destino eterno, que es el verdadero banquete al que Dios nos invita con insistencia, aunque sin obligarnos a entrar y compartir nuestro futuro eterno con él. Podemos aceptar su invitación y podemos rechazarla. Las consecuencias no pueden ser iguales. Por eso hemos de tener miedo a equivoquemos de ruta. Lo que le sucedió al Pueblo judío nos sucederá a nosotros si nuestra respuesta es como la suya. Rechazar la invitación de Dios a compartir el Cielo con él es atarle las manos y autoexcluirnos. Jesús nos advierte de nuestro posible mal uso de la libertad y nos invita a reflexionar sobre nuestro comportamiento actual. ¿Estamos aceptando a Dios o prescindimos de él e incluso le rechazamos?           

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