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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 6 de Pascua (6. V. 2018) - Ciclo B

NUNCA ES POSIBLE LA DESESPERACION

“Amaos como Yo os he amado”

*******“Permaneced en mi amor”. Aquí está el resumen del evangelio de este domingo ¿Qué  significan estas palabras? Dos cosas importantes. En primer lugar, permanecer en el amor de Jesús es tomar conciencia de que Él nos ama de modo inconmensurable, infinito. Nadie ha hecho por nosotros lo que ha hecho Él: dar la vida por todos y por cada uno. Lo que decía, asombrado, san Pablo, lo podemos y debemos decir cada uno de nosotros: “Me amó y se entregó a la muerte por mí”. Se entregó a la muerte por mí, puntualiza el mismo san Pablo, cuando éramos pecadores, cuando estábamos enfrentados con Él: “Siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”, “cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios”. Todo hombre y toda mujer puede y debe decirlo siempre, sea cual sea su situación personal. Aunque haya sido o sea desastrosa. Incluso si está enfrenado con Dios o está alejado de Él. Hasta si es su enemigo. Dios le ama y le seguirá amando hasta que llegue el momento de la muerte, cuando le obligará a dejar de amarle, si se empecina en rechazar la última oferta de su amor. No es una consideración pietista o una elucubración teológica. Es evangelio puro. Jesucristo, en efecto, al hacerse hombre y asumir la representatividad de toda la humanidad, unió consigo a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. De modo que, cuando entregó su vida en la Cruz por nosotros, todos y cada uno morimos con Él. Luego, todos y cada uno resucitamos con Él. Cristo y los hombres formamos una realidad inseparable. Por eso Él nos ama siempre y por encima de nuestras miserias y pecados. Esto vale todavía más para quienes hemos recibido el Bautismo. Pues gracias a él, todos somos miembros del Cuerpo de Cristo. Cristo no puede dejar de amarnos, porque negaría lo que es Él mismo ha hecho. ¡Qué confianza, qué paz y qué consuelo inspira todo esto!  ¿Cómo no iba a recomendar a los suyos que no olvidaran nunca que Él les amaba? ¿Cómo podría dejar de recomendarles que se amasen así, siempre y por encima de todo? Aquí está la fuerza del “amaos como Yo os he amado”.

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