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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 23 del Tiempo Ordinario (5.9.2021) - Ciclo B

NUESTRO MUNDO NECESITA A DIOS

Y comenzó a oír y hablar.

Estamos en la Decàpolis, esa región comprendida entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea. Aunque no es tierra judía, hasta aquí ha llegado la fama milagrera de Jesús. Por eso le presentan un sordomudo para que le cure. Jesús acoge con cariño a ese hombre.  le pone saliva en sus oídos y en su boca, dice que se abran y hace que vuelve a la vida. Porque no oír y no hablar aislaba mucho entonces y hoy. Ahora, ciertamente, los audífonos y la cirugía hacen milagros en muchos casos, pero entonces no había esos instrumentos ni esa técnica. Lo que hoy no tenemos y necesitamos es otro tipo de audífonos y  otra cirugía. Porque se han prodigado los sordos y los mudos del alma. Muchos no oyen ya la voz de Dios ni, en consecuencia, pueden hablar de él. Son los sordomudos de esta sociedad que no escucha los gritos silenciosos del niño que pide a sus padres el bautismo y que le trasmitan la fe, ni la conciencia del alumno que, además de conocimientos técnicos, necesita saber de dónde viene y hacia dónde va su vida. No oyen tampoco la voz suplicante del anciano solo y débil que pide un poco de compañía y de cariño, del parado que tiene que sacar adelante a su familia, del pobre que espera una más justa distribución de la riqueza.  Esa sociedad piensa que se basta a sí misma y no necesita a Dios para que el mundo funcione. ¿Pero es verdad que todo marcha igual cuando Dios está ausente de nuestra vida y de nuestra sociedad? Valdría la pena que nos atreviéramos a responder con sinceridad a esta pregunta. Cada uno de nosotros y la sociedad en conjunto. 

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