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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 1 de Adviento (27.11.2022) - Ciclo A

TIEMPO DE RELOJ Y TIEMPO CRISTIANO

“Estad vigilantes”

Vino, vendrá, viene. Estos tres tiempos del mismo verbo expresan el meollo del nuevo tiempo litúrgico que hoy comenzamos: adviento. Jesucristo, en efecto, ya vino en la humildad de nuestra carne, como recordaremos en Navidad. Vendrá, además, al final de los tiempos. Entre la una y la otra viene continuamente a nuestro encuentro en los acontecimientos de la vida, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, en el trabajo y en el descanso, en la familia y en los amigos, en los migrantes y en los nativos, en los pobres y en los necesitados, en la misa dominical y en la oración, en una palabra: en esa trama de personas, acontecimientos y realidades que conforman nuestra vida. Ahí viene y ahí hemos de encontrarle. Porque –como decía san Josemaría- “o lo encontramos ahí o no lo encontremos nunca”. Por eso insistía en que “hay algo divino” detrás de todas las realidades buenas y nobles que “es preciso descubrir”. El trabajo, la familia, los amigos, el deporte, visitar a un enfermo, ser generoso en la limosna para ayudar a los que no llegan o llegan con grandes apuros a fin de mes, todo eso es ocasión para encontrar a Jesucristo. Este es el tajo donde hemos de emplearnos a fondo en este tiempo de adviento. Más aun, durante todo el año litúrgico. Porque el año de los cristiano no es un mero paso del tiempo que mide nuestro reloj, sino presencia y acción de Dios que viene a nuestro encuentro pasa salvarnos. Que la Virgen Inmaculada, la primera gran protagonista del adviento, abra nuestros ojos para que descubramos a su Jesús en la vida de cada día.       

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