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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 2 del Tiempo Ordinario (15.1.2023) - ciclo A

UN HORIZONTE ESPERANZADO Y OPTIMISTA

“Este es el que quita el pecado del mundo”

Todos somos pecadores. Los que viven en pisos de lujo y en la calle, los jóvenes y los ancianos, los curas y los seglares, los hombres y las mujeres, incluso los cardenales y el Papa. Todos tenemos la experiencia de habernos propuesto no hablar mal de nadie y a renglón seguido hemos criticado a compañeros y familiares. O hemos decidido levantarnos sin pereza y hacer lo que hay que hacer y, luego, nos ha vencido el calor de las sábanas y el lo haré “luego”, “más tarde”, que tantas veces son sinónimos de “nunca”. Quienes peinan canas quizás pueden añadir que ellos han pasado la vida queriendo ayudar a los pobres y echar una mano a quien la necesitara y han de reconocer que han pasado de largo ante un pobre concreto o ante un necesitado que requería su tiempo. La vida sería inaguantable si no tuviera otro horizonte que nuestros pecados, derrotas y debilidades. Para nuestra fortuna no es así. Jesucristo nos abre a una vida esperanzada y apetecible. Porque, frente a nuestros recurrentes pecados y debilidades, siempre nos ofrece la sonrisa de su misericordia y el abrazo de su paz. El evangelio de hoy lo proclama con reiteración. Él es “el cordero de Dios que quita el pecado mundo”, Él es el que ha cargado con los pecados de todos  y los ha destruido con el amor infinito de su entrega hasta la muerte. A nosotros nos resta presentarle nuestros pecados y pedirle que los destruya y olvide con su amor misericordioso. ¡Qué grande es el sacramento de la penitencia, que es el quirófano en el que Jesucristo mismo realiza esta operación! 

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