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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de Pascua (30.4.2023) - Ciclo A

LA SOLDADA DEL PASTOR

“Yo soy el Buen Pastor”

“Mil veces que naciera, mil vecs volvería a ser sacerdote”, me confidenció un día uno de mis mejores amigos. Y, sin que me diwra tiempo para preguntarle por qué, añadió: “He sido inmensamente feliz”. Le dije que yo pensaba lo mismo. Después recordamos nuestros primeros años en el seminario de León, donde combatíamos el frío corriendo alrededor del claustro y metiendo los pies calientes en el “fole”, un pellejo de cordero tan rudimentario como eficaz. Le recordé la “limosna” semanal que me daba cuando yo terminaba la hogaza que nos hacía la Panificadora Leonesa. También recordamos su Vespa y mi Guzzi, con las que recorríamos nuestros pueblos. La preparación y celebración de las primeras comuniones, las visitas frecuentes a los enfermos y  a las escuelas, las catequesis de niños y tantas cosas que componen el “día a día” de alguien que quiere a su gente, saluda, sonríe, echa una mano, confiesa, reza el rosario en el mes de mayo, da mil sencillos pero eficaces consejos, celebra la misa cada día y prepara bien la homilía del domingo. Me gusta recordar estas cosas cuando llega el presnte domingo del “Buen Pastor”. En el fondo, eso es un sacerdote: alguien que intenta cuidar a sus ovejas. Con limitaciones, defectos y pecados, pero con la ilusión de entregarles su vida y así ser feliz. Pidamos hoy al Señor que nos envíe muchos y santos sacerdotes, algo que está al alcance de todos. Y, vosotros, jóvenes, si oís la llamada del Buen Pastor, seguidle. Nunca os arrepentiréis. Un día comprobaréis en vuestra vida la verad de lo que decía mi amigo: He sido inmensamente feliz.

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