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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Cuaresma (3.3. 2024) - Ciclo B

EL TEMPLO DE JERUSALÉN Y LOS NUESTROS

“Mi casa es casa de oración”

Suele ocurrir con frecuencia. Cuando hay dinero de por medio, hasta lo más sagrado termina por corromperse. Así había sucedido en el Templo de Jerusalén. La venta de animales y el cambio de moneda que comenzaron para facilitar los sacrificios y limosnas, se habían convertido en un mercado. Cuando Jesús presenció ese espectáculo bochornoso, hizo un látigo de cordeles y comenzó a hacer limpieza. Echó a los animales, tiró por tierra las mesas de los cambistas y dijo a los presentes, lleno de santa ira: ¡fuera, este lugar es para la oración y vosotros lo habéis pervertido para nuestros negocios! Si hoy viniera Jesucristo a nuestras iglesias y observara lo que sucede, por ejemplo, antes de la misa, advertiría que muchos están hablando como en la calle o en el bar, no pocos entretenidos en leer y contestar correos, algunos viendo un video poco recomendable y sólo unos poquitos preparándose para una participación consciente y fervorosa. Pero lo peor podría ocurrir si al final  comprobara lo que había sucedido durante la misa, tras escuchar hoy la lectura del Decálogo. Muchos seguirían aferrados a los ídolos del dinero y del éxito a cualquier precio, otros adormecidos ante el aborto y la eutanasia, apegados a sus negocios poco limpios, no decididos a vivir su matrimonio castamente, dispuestos a despellejar la fama de todos, y sólo algunos decididos a mejorar su trato con Dios y con los pobres y necesitados ¿Qué nos diría Jesús ante tal espectáculo? Vale la pena que lo pensemos a fondo, ahora que le estamos acompañando para celebrar la Pascua.         

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