Domingo 7 de Pascua. La Ascensión del Señor (1.6.2025) - Ciclo C
LA META DE LA VIDA
“Se separó de ellos, subiendo al cielo”
Un periodista preguntó un día a Induráin: “cuándo comienzas a pensar en llegar victorioso a los Campos Elíseos”. El ganador de tantas vueltas le contestó: “Desde que comienzo la primera etapa”. Era consciente de que para conseguir la meta es preciso tenerla siempre presente y actuar en consecuencia. Los cristianos estamos corriendo una vuelta que dura toda nuestra vida y tiene una meta precisa: el cielo. Sí, el cielo. El marxismo y el secularismo han inoculado en el pensamiento de tantos que el cielo y el infierno son un invento de los curas y que el verdadero cielo está en este mundo. Quienes piensan así es lógico que orienten su vida a pasarlo aquí lo mejor posible. De esta mentalidad participan incluso cristianos practicantes. Sin embargo, llega un momento en el que ese modo de vivir resulta vacío, despreciable y con el que hay que acabar sin esperar a ser viejo. De modo más o menos consciente, se paladea la verdad de la experiencia de san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón no reposará hasta que descanse en ti”. Dios nos ha hecho para que seamos felices para siempre en el cielo. Esa es nuestra meta. Jesucristo, con su muerte y resurrección, nos ha abierto el camino para que un día podamos ver a Dios cara a cara, estar con él, amarle y, en él, amar a todos los que todavía caminan por este mundo. Hoy, día de la Ascensión del Señor al cielo, es un momento propicio para detener nuestro ajetreado caminar y preguntarnos: “La vida que estoy viviendo, me lleva a la meta o me aparta de ella”. Y sacar una consecuencia responsable.
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