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LITURGIA DEL VATICANO II

El Bautismo del Señor (8.I.2017)- Ciclo A

EL MAYOR SOLIDARIO

“Y lo bautizó”

_________________El evangelio de este domingo del “Bautismo del Señor” desconcertó a los primeros cristianos. No es para menos. Juan, en efecto, llamaba a un verdadero arrepentimiento de los pecados y exigía recibir un bautismo de agua en el río Jordán. Las gentes se conmovían y venían en masa a que los bautizase. Un día se presentó Jesús y se puso en la fila para recibir el bautismo como un pecador más. Juan fue tajante: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, y ¿tú vienes a mí?” Pero Jesús le replicó: “Déjame, así es como debemos cumplir toda justicia”. Juan lo bautizó. ¿No era Jesús inocente, más aún, el que quitaba el pecado del mundo? Si lo era y no hacía teatro ¿cómo explicar esta aparente contradicción o, mejor, este misterio? Aquí radicaba el desconcierto de los primeros cristianos. Sin embargo, las cosas eran así: Jesús era inocente y, a la vez, era pecador. Lo era, no porque él hubiera cometido algún pecado, pues era la misma inocencia. Pero –como hemos revivido la pasada Navidad- se hizo hombre para salvar a los hombres de sus pecados. Para ello tuvo que solidarizarse con los hombres pecadores. Y lo hizo de tal forma, que san Pablo llega a decir: “se empecató”, “se hizo pecado”. Eso es lo que ocurrió cuando, en la Cruz, se hizo responsable de los pecados de todos los hombres de todos los tiempos. También de los míos y de los tuyos. El Bautismo de Jesús sólo puede entenderse en esta perspectiva. Jesús adelanta en su Bautismo la suprema solidaridad con los pecadores mientras moría en la Cruz. Algún predicador habrá dicho estos días que Navidad es el comienzo de nuestra salvación. Y en más de una iglesia o familia habrá sonado el villancico “Madre en la puerta hay un niño”, una de cuyas estrofas dice: “Él bajó a la tierra, para padecer”. Gracias al Bautismo de Cristo en la Cruz, adelantando al de agua en el Jordán, nosotros podemos recibir un  Bautismo con el que destruimos nuestro hombre pecador y nacemos a un hombre nuevo. ¿Cómo explicar que los padres no quieran bautizar ya a sus hijos y que los adultos no pidan el Bautismo?           

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