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LITURGIA DEL VATICANO II

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

LA INMACULADA

(ideas para la homilía y la reflexión personal)

 

1.      La primera lectura daba cuenta de la tragedia acontecida en el Paraíso: nuestros primeros padres desobedecieron a Dios y arruinaron a todos sus hijos, privándoles de la gran herencia que debían haberles trasmitido.

  1. Pero Dios, que había predestinado al hombre a ser hijo suyo en Cristo (2º lectura), no lo abandonó a su suerte y le dejó hundido en su miseria. Al contrario, ya en el momento de la caída, le promete salvarlo, mediante la victoria sobre el demonio; victoria que llevaría a cabo «la descendencia» de la mujer. A estas alturas de la historia de la salvación, sabemos que esa victoria «ya» ha tenido lugar, gracias a la Encarnación, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
  2. De esa victoria participamos todos nosotros, gracias al Bautismo (que destruye la obra del primer Adán, aunque no las secuelas de aquella violación del plan de Dios). El Bautismo, hace realidad nuestra predestinación a ser hijos de Dios. Sin embargo, esta victoria en Jesucristo «todavía no» es plena ni irrevocable, por parte nuestra. Ya que con mucha frecuencia somos vencidos por el demonio. Por ejemplo: destruimos la vida no nacida, no cuidamos de nuestros padres mayores, dejamos “tirados” a los parados-divorciados-y necesitados del cuerpo y del alma, tenemos rencor y odio a quienes nos tratan mal, no sabemos convivir en paz y armonía con los que no piensan como nosotros. Y tantas cosas más.
  3. Pero tenemos la certeza de que esta victoria será perfecta e irrevocable un día: cuando Dios nos lleve al Cielo (¡eso esperamos!)
  4. María Inmaculada es la garante de esta esperanza. Porque Ella es, a la vez, realidad, anticipo-prenda y garantía de esa victoria plena y definitiva.
    1. Realidad: porque Ella nunca fue vencida por el demonio; ni siquiera un instante, sino que en ya en su Concepción es Purísima, limpísima y llena de gracia.
    2. Anticipo: porque Ella, aunque sea el miembro más eminente de la Iglesia, no deja de ser miembro. Por tanto, si en Ella ya se ha verificado la victoria, también se verificará en los demás miembros.
    3. Garantía: Ella es ‘imagen’ de la Iglesia; es decir: La Iglesia será un día limpia e inmaculada como lo es ya la Purísima.
  5. Situada en el corazón del Adviento, la Inmaculada es: la certeza de que la Navidad es segura y está próxima; y, a la vez, el modelo para prepararnos a recibir al Mesías, que Ella nos entrega. Recibir el sacramento de la Penitencia para limpiarnos de nuestros pecados actuales es el mejor modo de celebrar en verdad la Inmaculada y la mejor preparación para recibir al Redentor, en ya próxima Navidad.

 

 

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