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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO QUINTO DE CUARESMA (29.III) - Ciclo B

ES POSIBLE UNA GRAN COSECHA

«Si el grano de trigo muere, da fruto abundante»


 

 

Jesucristo vio mil veces hacer la sementera a los labriegos de  Nazaret. Siendo, como era, muy observador, descubrió que no había mejor modo de explicar el sentido profundo de su vida, que servirse de lo que esos labradores hacían. Un día, ya en su ministerio público, se lo explicó a la gente con la soberana sencillez y galanura del genio. Comenzó remitiéndoles a su experiencia: «Si el grano de trigo, que se siembra en la en tierra, no germina, queda infecundo; pero sí germina, da fruto abundante». La germinación, ciertamente, conlleva su muerte, pero sólo así se convertirá en trigal. Seguramente, los que le escuchaban nunca hubieran pensado que aquella sentencia encerraba la síntesis de su misterio. Pero era así. Él era el grano de trigo enviado por su Padre a dar la vida por la salvación de los hombres. Podía habérsela reservado, ahorrándose todas las persecuciones, calumnias, desprecios y sufrimientos –muerte incluida- de que fue objeto. Pero su vida habría sido estéril e inútil, al dejar incumplidos los planes del Padre e irredentos a los hombres. Jesús prefirió realizar la secuencia completa del grano de trigo: ser sembrado, germinar, morir y resucitar multiplicado. «Con su muerte, destruyó nuestra muerte; y con su resurrección restauró la vida», canta entusiasmada la liturgia. ¡Son las paradojas del Reino!: el que se entrega, sufre y padece. Pero es fecundo, deja poso, produce flores y frutos. Es la historia de los santos. Incluso la de todos los hombres honrados que han sido grandes. El comodón y egoísta no sufre -es un decir, porque sufre incluso más-, pero es estéril. Su paso por la tierra es arar en el mar. El cristiano de hoy y de siempre no tiene otro camino: si quiere dar fruto, ha de entregar su tiempo, sus ilusiones, sus cualidades, su vida entera por el Reino de Dios. Si tú y yo optamos por ser grano de trigo que se autodestruye por amor, daremos fruto abundante. Si preferimos una vida aburguesada y comodona, nuestro paso por este mundo dejará el fruto de un inmenso erial. ¿A qué opción nos apuntamos? 

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