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LITURGIA DEL VATICANO II

CORPUS CHRISTI (14.VI.09) - Ciclo B

MISA, PROCESIÓN Y VIDA

«Esto es mi Cuerpo»

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¡Hoy es el Corpus Christi! Todos los pueblos y ciudades de España celebran, después de la misa y como lógica prolongación de ella, la procesión de Jesús en la Custodia. Y en todas partes resonará el mismo canto, hecho plegaria: «Cantemos al amor de los amores. Dios está aquí. Venid a doradores, adoremos a Cristo Redentor» ¡¡Dios está aquí!! No hay exageración alguna. La Palabra de Jesús –por medio del sacerdote, su ministro- y el poder del Espíritu Santo realizan el milagro de convertir el pan y el vino en el mismo Cristo. «Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre». Esto soy YO, en persona, el Dios Encarnado, Muerto, Resucitado y Glorificado. Jesús se hace presente en unos signos que se ven, se tocan y se palpan, porque sin ellos no es posible el sacramento. Por eso, mientras hay realidad sensible –sagradas especies, precisa la teología- hay presencia de Cristo en la Eucaristía. Aquí está la razón que justifica que guardemos las Sagradas Formas en el sagrario, terminada la Misa, y pongamos junto a él una lámpara encendida, que nos indica y recuerda esa presencia. Aquí está también la causa que explica por qué hoy hacemos la procesión de la Eucaristía por nuestras calles y plazas con la Hostia consagrada en la misa celebrada inmediatamente antes, repitiendo el espectáculo, tan sencillo y tan evocador, de aquellas muchedumbres –sencillas pero fervorosas- que seguían a Jesús por los caminos y pueblos de Palestina. Como ellas, sabemos que él, Jesús, es completamente necesario para seamos algo más que hojarasca o follaje. Necesitamos participar en la Eucaristía y comulgar con frecuencia para ir detrás de él con fidelidad, a pesar de nuestras flaquezas. Pero esa participación no se compadece con una Eucaristía formalista, sin alma, apresurada, distraída, vacía de contenido y de entrega. Misa-Procesión-vida forman una única secuencia. Que nadie sueñe ser cristiano sin ir a Misa y comulgar con frecuencia. Pero que nadie piense que basta con ir a Misa y comulgar. Misa, sí. Comunión, también. ¡Y vida, cuajada en frutos de entrega y de amor!!       

 

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