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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 16 DEL TIEMPO ORDINARIO (19 de julio) - Ciclo B

TRABAJO, DESCANSO Y ENTREGA
«Estaban como ovejas sin pastor»

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Tres son las enseñanzas del evangelio de hoy: la dependencia esencial de la misión de los apóstoles respecto a Jesús; la preocupación de Jesús por el descanso de los apóstoles y el inmenso amor de pastor que Jesús siente hacia las almas. La dependencia de los apóstoles de Jesús, queda patente en el hecho de volver a él y darle cuenta de su actividad: «Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado». Los Apóstoles no pueden cambiar el mensaje recibido en función de sus gustos o de los deseos de los oyentes. Esto vale para los primeros doce apóstoles y vale también para la Iglesia de nuestros días. No es una desagradable limitación de su libertad sino exigencia de su lealtad hacia su Señor. Jesús es el único punto de mira, el único horizonte hacia el que deben mirar los apóstoles de todos los tiempos. Cuanto mayor sea la fidelidad en la escucha y en la comunión con Jesús, tanto más vinculante será la palabra que prediquen. Jesús, tras escucharles, advierte que han trabajado mucho y que necesitan descansar. Les invita en estos términos: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Jesús les había enviado exigiéndoles esfuerzo y fatiga en el servicio apostólico, porque el que quiere una vida cómoda no es apto para este servicio. Pero Jesús sabe muy bien que el descanso y la tranquilidad son imprescindibles para el cuerpo y para el espíritu. Sólo quien sabe descansar sabe trabajar, porque sólo él es realmente «señor» de su tiempo y de su actividad. Hoy existe miedo a la tranquilidad, y el ruido, la agitación y la huida son el lugar al que vamos con demasiada frecuencia. Jesús buscó este descanso para los suyos, pero todo quedó en un buen deseo. Porque al desembarcar, vio una inmensa muchedumbre «y le dio lástima, pues estaban como ovejas sin pastor». Y, sin dudarlo dos veces, «se puso a enseñarles con calma». Se impuso su amor de pastor. ¡Qué ejemplo más impresionante para todos los ministros del Evangelio!: no es tiempo de preocuparse de uno mismo ni para reservarse. Es la hora de la dedicación exclusiva.

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