DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO (20.II.2011) - Ciclo A
¿IMPOSIBLE Y ABSURDO AMAR A LOS ENEMIGOS?
«Haced el bien a los os aborrecen»
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La vida humana es un conjunto de relaciones. En esas relaciones suelen surgir conflictos de poca monta, tanto en el ámbito matrimonial y familiar como en el laboral y social. Pero pueden surgir –y surgen de hecho- conflictos graves. Los otros pueden perjudicarnos, ofendernos y herirnos. ¿Cómo hemos de reaccionar los seguidores de Jesucristo en estos supuestos? La respuesta de Jesús es ésta: “Al que te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos”. ¿Cuál es exactamente la enseñanza de Jesús? La bofetada en la mejilla derecha significa un acto grave de violencia y una ofensa onerosa. La invitación a presentarle también la otra indica con toda claridad lo lejos que ha de estar, incluso en esa situación, el pensamiento de venganza. El que posee sólo una túnica alude a un hombre que probablemente está endeudado por completo y al que se le debe retener y quitar hasta la túnica. La recomendación a darle también la capa indica que en modo alguno hay que enojarse contra el acreedor. Las dos millas complementarias que se invita recorrer –las fuerzas de ocupación habían impuesto la obligación de recorrer una milla- indican que también aquí están fuera de lugar el enfado y el rencor. En síntesis, lo que Jesús enseña es que no hay que responder al mal con el mal, que en nuestro corazón no puede haber ningún sentimiento malo ni de venganza. Ni siquiera en el caso extremo del que sea nuestro enemigo, es decir: alguien que nos persigue, nos desprestigia, nos calumnia, nos perjudica de cualquier forma y quiere avasallarnos. Jesús exige amor a los enemigos. La actitud de quienes nos llamamos discípulos suyos es el amor, que desea sólo el bien y que hace el bien. Semejante actitud es absurda vista con ojos humanos, e imposible de cumplir con nuestras fuerzas. Vista con ojos de fe y pidiendo la ayuda de Dios es maravillosa y se puede cumplir, como demuestra la vida de los santos y de los mártires.
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