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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA (13.III.2011) - Ciclo A

¿MITO, SÍMBOLO O UNA PERSONA?

«No sólo de pan vive el hombre»

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El evangelio de hoy, primer domingo de Cuaresma, es una síntesis perfecta de lo que es la vida cristiana: una lucha encarnizada entre el demonio y cada uno de nosotros. Muchos cristianos de hoy tienden a considerar al demonio como un personaje de opereta. Algunos intelectuales lo consideran un mito y un símbolo. Incluso los cristianos que creen en él y admiten su malvada realidad, piensan en el demonio como en una especie de comparsa en el drama de la Redención, cuando es un personaje central y uno de los dos grandes protagonistas de ese drama. Esto es lo que nos enseña el evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Después que Cristo ha pasado un tiempo prolongado en oración y ayuno, el demonio se presenta ante él con un objetivo bien preciso: apartarle de su misión, distraerle del fin para el cual ha venido a la tierra, sustituir el plan de Dios por un plan de este mundo. En el Bautismo, el Padre había manifestado que Jesús era un Mesías que debía recorrer el camino del Siervo obediente y salvar al mundo con la humildad y el sufrimiento. El demonio viene a proponerle otro camino: el  de la gloria, del triunfo y del poder; un camino tanto más atrayente cuanto que coincidía con las expectativas mesiánicas del pueblo. Dostoevkij ha dejado escrito que, si todos los doctores del mundo uniesen sus fuerzas para resumir en tres frases toda la historia espiritual de la humanidad, serían incapaces de llegar a una síntesis que superara la que expresan las tres tentaciones del desierto. Tiene razón. También hoy todo el esfuerzo del demonio se concentra en separar al hombre de su misión y de su fin, pervirtiendo, a la vez, el fin para el que le ha dado el mundo. Dios creó al hombre y le dio el mundo para tres cosas: «conocerle, amarle y servirle en la tierra, y luego gozar de él en el cielo». Pero el demonio intenta hoy, por todos los medios, lo que certeramente señala Benedicto XVI en su Libro “Jesús de Nazaret”: «Dejar a Dios como algo ilusorio, ésta es la tentación que nos amenaza de muchas maneras». Es decir: prescindir de Dios y gozar de la vida. Cuaresma es la gran oportunidad para advertirlo y evitarlo.

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