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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA (20.III.2011) - Ciclo A

“ESCUCHADLE”

«Se trasfiguró ante ellos»

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Estamos en el monte de la Trasfiguración. Hemos subido con Jesús y sus tres discípulos predilectos: Pedro, Santiago y Juan. No es la primera vez que acompañamos a un monte. Lo hemos hecho muchas veces, porque su vida está flanqueada por montes: el monte de la tentación, el monte de su gran sermón de las bienaventuranzas, el monte de la oración, el monte de la angustia, el monte de la Cruz, y el monte de la Ascensión. En el Antiguo Testamento también hay muchos montes: el Sinaí, el Horeb, el Moria. El monte es el lugar de la subida, no sólo física sino interior; el ámbito donde se respira un aire distinto que el del peso de la vida cotidiana; el espacio desde cuya altura se contemplan panoramas maravillosos de la creación; el habitat en el que nos encontramos más fácilmente con Dios. Hoy hemos subido al Tabor, porque Cristo quiere descorrernos un poco el velo que oculta su rostro. Como él «se ha anonadado», no deja ver su gloria. Su humanidad es la capa de nieve que oculta su divinidad. Además, todavía no ha sido glorificado como hombre y entronizado como Señor de la historia. Corremos el riesgo de minusvalorarle, de rebajarle, de tomarle por quien no es. Hoy, cuando una nube envuelva su rostro y sea escoltado por Moisés y Elías, Dios mismo dejará oír su voz y nos dirá: «Este es mi Hijo amado, escuchadlo» Sí, hay que escuchar a Jesús, porque es el Hijo de Dios, Dios de Dios, Dios hecho hombre sin dejar de ser Dios. No hay otros locutores a quienes escuchar. No hay que escuchar a los echadores de cartas, a los adivinos, a los horóscopos, a los magos. Hubo un tiempo, el del paganismo, en el que los hombres escuchaban a todos estos. Jesucristo, como único mediador entre Dios y los hombres y supremo revelador de Dios, es la única Persona que es portadora de la verdad y a la que hay que escuchar. También ahora, cuando los ritos paganos han retornado con fuerza a nuestras sociedades. El evangelio de hoy lo puede decir más alto pero no más claro: «Escuchadle». Escuchemos a Jesús en su Evangelio, en su Iglesia, en la liturgia, en la vida de los santos.           

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