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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 18 TIEMPO ORDINARIO (5.VIII.2012) - Ciclo B

PAN PARA EL CUERPO Y PAN PARA EL ALMA

“Trabajad por el alimento que no perece”

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Continuamos en el mismo escenario del domingo anterior. Jesús sigue rodeado de multitudes, aunque las de ayer se fueron a sus casas y han vuelto de nuevo. Pero en pocas horas han cambiado mucho sus motivaciones. Si  ayer le seguían para escucharle, hoy lo hacen porque quiere que les vuelva a llenar su estómago. Jesús se lo echa en cara con tanta amabilidad como claridad: “Me buscáis porque os di de comer. Buscad no el alimento que perece, sino el que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre”. ¡Con qué cansina facilidad nos quedamos en el pan que necesitamos para vivir corporalmente y, también, con qué cansina facilidad nos olvidamos de ese “otro” pan que necesitamos para vivir como hijos de Dios! Los dos son necesarios. No hay que contraponerlos ni crear entre ellos ficticias alternativas. Jesús hizo el milagro prodigioso de la multiplicación de los panes y los peces para matar el hambre física de sus oyentes. Les dio hasta hartarse. Seguramente que alguno se llevaría a casa algún rebojillo de lo mucho que sobró. Pero Jesús no tiene la menor duda de la necesidad de otro pan: el pan de la Palabra de Dios y el Pan de la Eucaristía. El que piensa en un cristianismo ‘espiritualista’, piensa en un cristianismo que no es el de Jesucristo. Y el que piensa en un cristianismo ‘materialista’, piensa en un cristianismo que tampoco es el de Jesucristo. Dios creó al hombre con su doble vertiente: material y espiritual. No lo hizo ángel ni mera bestia. Lo hizo “mitad ángel y mitad bestia”, según sentenció Pascal. Por eso, necesita el alimento de las bestias y el alimento de los ángeles: la comida material y la espiritual. Eso explica que la Iglesia, cuando planta la semilla del Evangelio en algún lugar, planta a la vez dispensarios, orfanatos, escuelas y, con el  paso del tiempo, grandes hospitales y grandes universidades. Ahora que nos agobia el paro, hacemos bien en intentar por todos los medios su solución. Pero no olvidemos que Europa y España se mueren de materialismo y necesitan con urgencia la Palabra de Dios que revitalice su fe.

 

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