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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de adviento (22. XII. 2013) -Ciclo A

DIOS SE HA HECHO HOMBRE

“Viene del Espíritu Santo”

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El evangelio de este domingo contiene un misterio, un drama y una confirmación. El misterio es que una mujer virgen, sin dejar de ser virgen y sin relaciones conyugales se ha convertido en madre. Con un laconismo extremo lo narra así san Mateo: “La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo”. Se lo había anunciado el ángel a María en Nazaret: “Concebirás y darás a luz un hijo”. Ante el desconcierto de María, porque había consagrado a Dios su virginidad, el ángel le había dicho: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la sombra del Altísimo te cubrirá con su sombra”. María dijo “sí” y Dios realizó el prodigio, haciendo de ella una virgen-madre. ¡Gran misterio! Tan grande, que se convierte en drama para san José. Él sabía que no había tenido relaciones sexuales con María. Sabía también que María no le había sido infiel. Sin embargo, sus ojos le muestran una evidencia: María lleva un hijo en su vientre, un hijo que no es suyo. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo seguir creyendo en la fidelidad de María -que guarda absoluto silencio sobre el misterio que en ella se ha realizado- y no volverse loco? ¡Tremendo drama para José! Y no menos tremendo para María, que, si calla, es porque no debe hablar. Pero Dios nunca deja en la estacada. Lleva las cosas hasta límites que a nosotros nos desconciertan, pero está siempre a nuestro lado. Y, cuando llega el momento oportuno, interviene. Ahora sigue este proceder. Ha llevado a María hasta el límite de hacerle aceptar que será madre sin dejar de ser virgen. Lleva a José hasta el límite de ver que María tiene en su vientre un hijo que no es suyo, pero que tampoco lo es de ningún hombre. Cuando ella y él han acogido sumisamente su designio, en un momento lo aclara todo. Manda un ángel a José para que le resuelva el enigma: “No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, a casa, porque lo hay en ella viene del Espíritu Santo”. ¡Qué gran confirmación de la fidelidad de Dios a quien acoge sus planes! ¡Ojalá seamos nosotros así! FELIZ NAVIDAD A QUIENES LEÁIS ESTO. 

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