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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 20 del Tiempo Ordinario (16.VIII.2020) - Ciclo A

SANTAMENTE TOZUDOS

“¡Que se cumpla lo que deseas¡”

**** Estamos en territorio de Tiro y Sidón, al noroeste de Galilea. Jesús ha venido a esta tierra de paganos acompañado de sus discípulos. Una mujer, madre para más señas, le sale al encuentro y comienza a gritar: “Ten compasión de mí, mi hija tiene un demonio muy malo”. Jesús no le hace caso. Ella sigue gritando, hasta el punto de que los discípulos se hacen sus aliados: “Atiéndela, que viene detrás gritando”, dicen a Jesús. Pero Jesús sigue sin dar su brazo a torcer, porque “no ha sido enviado más que a las ovejas descarriadas de Israel” y está fuera de Israel, en tierra de paganos. Pero las madres son madres y no se cansan hasta que consiguen lo que quieren para sus hijos. Lejos de desanimarse, acelera el paso y se coloca ante Jesús de rodillas, y le dice: “Socórreme”. Jesús le mira con ternura y le dice en un tono de voz muy especial: “No está bien echar el pan de los hijos a los perrillos”. Ella no le quita la razón, pero sigue insistiendo: “Es verdad, pero los perrillos también comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Jesús se rinde. Mejor, Jesús concede lo que estaba dispuesto a otorgar desde el principio, aunque antes desease aumentar la fe y la confianza de esta madre: “Mujer, qué grande es tu fe –le dice-, que se cumpla lo que deseas”. ¡Poder de la mujer y poder omnipotente de las madres intercesoras por sus hijos ante el Señor! Si una madre insiste sin cansarse y pide que el Señor libre a sus hijos de un mal demonio: la droga, el alcohol, el alejamiento de Dios, y mil coas más, terminará siendo escuchada. Y no sólo las madres biológicas. También los que tienen entrañas de madre, si insisten como la Cananea, como ella serán atendidos. Incluso los que no son ni mujeres ni madres. Si piden con insistencia que Dios les ayude en las dificultades de la vida, aunque parezca que no les escucha, Dios termina escuchando. Dios no es insensible ante las pruebas y necesidades de sus hijos y si, a veces, parece que cierra los ojos, en realidad es sólo para probarlos y templar su fe. No nos desalentemos jamás, seamos santamente tozudos.     

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