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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de Cuaresma (30. III. 2014- Ciclo A

¿QUIÉNES SON LOS CIEGOS DE HOY?

“Sólo sé que ahora veo”

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El evangelio de este domingo, cuarto de Cuaresma, es muy movido. Lo es siempre que los fariseos se enfrentan con Jesús, pero es este caso es mayor. El núcleo central gira en torno a un hecho evidente y espectacular: la curación de un ciego de nacimiento por Jesús. Jesús le pone un poco de lodo en los ojos, le manda que se lave en la piscina de Siloé, él lo hace y vuelve curado. Y en ese momento comienza el drama. Para él y sus padres es claro que antes no veía y ahora ve. Pero los fariseos no opinan lo mismo. Ellos tienen la llave de la verdad. Y como la verdad es –para ellos- que el sábado es un día en que nadie puede hacer milagros, la conclusión es clara: miente el que dice que ha sido curado de su ceguera. Y de ahí no se mueven. Mejor dicho, de ahí no les apea ni la evidencia de un milagro. El que había sido ciego acepta con sencillez el hecho, lo defiende ante los fariseos, defiende también a Jesús y termina confesando que Jesús es el Mesías y haciéndose discípulo suyo. Los fariseos, en cambio, niegan el milagro, tratan de convencer al ciego de que dice una mentira, rechazan a Jesús, se esfuerzan en que el ciego no se haga su discípulo y, al no conseguirlo, le insultan y le echan fuera de la comunidad, llenándole insultos: “Empecatado naciste ¿y vienes a darnos lecciones?” Así, resultó que un ciego comenzó a ver y que unos que creían ver estaban ciegos y ciegos permanecieron. Hoy se cumple al pie de la letra. La gente sencilla  y humilde acepta a Jesús como Luz del mundo y Salvador de los hombres. El resultado es que van por la vida con paz, buen humor y conociendo que de Dios vienen y a Dios vuelven, que Él les ama como un padre buenísimo, que cuida de ellos y les dará un abrazo eterno en el cielo. En cambio, los sabelotodo, los engreídos y autosuficientes, los que no necesitan de Dios, van a ciegas por la vida, sin saber de dónde vienen, a dónde van, por qué trabajan, qué sentido tiene la vida y qué hay después de la muerte. Se verifica en ellos lo que escribió el beato Palafox: “El que sin Dios vivir quiere//, sin Dios vive// y sin Dios muere”. ¿Hay algo más terrible? ¿Dónde estamos yo y tú?       

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