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LITURGIA DEL VATICANO II

Exaltación de la S. Cruz (14 de septiembre).

¿LUGAR DE SUFRIMIENTO O DE GLORIA?

“Tanto amó Dios al mundo que…”

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Hoy es domingo pero celebramos la Exaltación de la Santa Cruz. Simplificando un poco las cosas, podemos decir que hay dos modos de representar la cruz: el románico y el gótico. Los crucifijos del románico presentan a Cristo entronizado y con vestiduras reales y sacerdotales, con los ojos abiertos, la mirada de frente, sin sombra de sufrimiento, irradiando majestad y victoria, coronado de joyas. Es la representación plástica de aquellas palabras del salmo: “Dios ha reinado desde la cruz”. Los crucifijos del gótico son dramáticos, llenos de realismo, representan la realidad del momento en que se muere. Son el símbolo del sufrimiento del mundo y de la tremenda realidad de la muerte. Los crucifijos románicos ven la cruz en sus efectos, en los frutos que produce: reconciliación, paz, gloria, vida eterna. Los crucifijos góticos ven la cruz en las causas que suelen producirla: el odio, la maldad, la injusticia, el pecado. La fiesta que hoy celebramos pertenece a la categoría del románico: contempla la cruz en sus efectos. Por eso no es simplemente una fiesta de la Cruz sino la fiesta de la “Exaltación de la Cruz”. Es un árbol florido donde está clavada la salvación del mundo. El estandarte donde ha sido vencida la misma muerte y la fuente de donde brota la santidad y la fecundidad. El Cristo exaltado en la Cruz es el Cristo resucitado, glorioso, feliz. ¿Es esto un melodrama, algo muy poético pero irreal? Ciertamente, la cruz es símbolo de dolor, de sufrimiento, de derrota, mientras se está llevando y padeciendo. Para confirmarlo, además de la propia experiencia, tenemos los textos autorizados de los cuatro evangelistas sobre la Pasión. Pero cuando hemos asumido y sufrido la cruz, los efectos que ella ha producido no pueden ser más fecundos: humildad, paciencia, aceptación de la voluntad de Dios, eficacia apostólica, santidad. Integremos los crucifijos románicos y los góticos, porque son el reverso y el anverso de la misma realidad y de nuestra vida. Pero seamos conscientes de que serán los románicos los que pervivirán. Porque la última secuencia de nuestra existencia no será la muerte sino la resurrección y la gloria.      

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