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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo segundo de Cuaresma (1.III.2015) - Ciclo B

“¡ES MI  HIJO, ESCUCHADLO!”

Se trasfiguró ante ellos

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Han pasado seis días desde que Jesús anunció que iba a Jerusalén y allí sería condenado a muerte y crucificado, aunque al tercer día resucitaría de entre los muertos. Pedro no lo ha entendido. Pero, efectivamente, dentro de poco se cumplirá al pie de la letra. ¡Pobre Pedro y pobres apóstoles, cuando esto suceda! Jesús quiere poner remedio y toma a tres de ellos: a Pedro, a Santiago y a Juan y les lleva al monte Tabor. Allí va a iluminarlos el misterio de su Pasión y el de su Resurrección. Lo hará apareciendo como lo que realmente es: como Dios e Hijo de Dios. Sus vestidos se vuelven más blancos que la nieve, la luz circunda su rostro, aparecen Elías y Moisés conversando con él, el Padre deja oír su voz: “Este es mi Hijo”. Todo es tan extraordinario, que Pedro -¡siempre Pedro!- no puede menos de exclamar: “¡Qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas, una para nosotros, otra para Moisés y otra para Elías”. Sí, todo es maravilloso, divino. Jesús ha querido mostrar su gloria por anticipado para que sus apóstoles puedan superar el escándalo de la Cruz. Porque la Cruz es un misterio de sufrimiento, más aún, de terrible sufrimiento, y pueden quedar desconcertados. Para comprenderlo, necesitaban saber por anticipado que el que sufre no es un simple hombre, sino el Hijo de Dios, que se ha encarnado precisamente para ir a la Cruz y entregarse por amor hasta la muerte. También necesitaban esa luz para comprender del todo la Resurrección. Ésta no fue un acontecimiento inesperado o la mera glorificación de un hombre a quien Dios adopta como hijo. No. El Crucificado y el Resucitado es Hijo de Dios desde siempre, desde antes de la creación del mundo. No es extraño que Pedro insista tanto en su segunda carta en la Trasfiguración, pues, gracias a ella, nosotros hemos sino introducidos en el misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús. Ahora sólo nos queda obedecer al Padre, cuando nos dice: “Escuchadlo”. Sí. Tenemos que escuchar a Jesús. Leer su Evangelio y conocer su Persona, su doctrina y su obra. Sólo él es nuestro Salvador y el que ha dado su vida por nosotros. No los horóscopos, los echadores de cartas, los pseudomesías. 

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