Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Dominto 32 del Tiempo Ordinario (8.XI.2015) - Ciclo B

LAS APARIENCIAS Y LA REALIDAD

“Echó todo lo que tenía”

____________________________________________________

Estamos en el Templo de Jerusalén. Más en concreto, cerca de donde la gente echa sus limosnas para el culto. Jesús está tan cerca, que puede ver lo que va echando cada uno de los que entran. Como suele ocurrir –aunque es una regla que tiene muchas excepciones-, los ricos echan mucho y los pobres poco. Jesús no hace ningún comentario de lo que está viendo. De pronto pasa una viuda y él observa que deposita una cantidad ridícula: el equivalente a menos de la cuarta parte de un euro nuestro. No puede menos de hacer un comentario, que es una monumental alabanza de la viejita. Y así se lo dice a sus discípulos, para darles una lección de cara a su futuro ministerio en la Iglesia: “Os aseguro que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie”. Y les da esta escueta y convincente razón: “Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. Jesús  no mide por las apariencias de “mucho” y “poco” sino que emplea otro criterio de evaluación: “lo que sobra” y “todo lo que se tiene y es imprescindible para vivir”. Nosotros no tendemos espontáneamente a aplicar este criterio sino que nos quedamos con frecuencia en la superficialidad de las cosas. Juzgamos por lo que uno hace o deja de hacer sin meternos en el fondo de la cuestión: si el que hace “mucho” hace todo lo que debe y lo hace por Dios o buscándose a sí mismo y si el que hace poco hace lo que Dios quiere y como Dios quiere. Con esa misma superficialidad nos decimos ante una eventual necesidad que reclama nuestra solidaridad: yo no puedo ayudar, porque no tengo tiempo ni cualidades ni dinero ni talento. ¿De verdad que no tenemos nada de nada o es, más bien, que teneos demasiado egoísmo y excesiva pereza? No nos engañemos: todos podemos hacer pequeños gestos de solidaridad, pequeños dones, pequeñas limosnas, pequeños regalos de tiempo. Sobre todo, todos podemos darnos a nosotros mismos. Aunque no valgamos más que la limosna de la pobre viuda de hoy.  

0 comentarios