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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 16 del Tiempo Ordinario (21.VII.2013) - Ciclo C

ESCUCHAR A JESÚS

“María ha elegido lo mejor”

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Estamos en Betania en casa de las hermanas Marta y María. No es la primera vez que Jesús está aquí, pues es un huésped muy conocido. Marta, que es una espléndida ama de casa, se ha puesto de inmediato a preparar todo lo necesario para que Jesús se encuentre a gusto. Su hermana ha preferido sentarse junto a su lado y escucharle atentamente. Al cabo de un rato, Marta ha perdido los nervios, porque no da abasto, y viene a decirle a Jesús: “Dile a mi hermana que me eche una mano”. Marta ha dado por supuesto que lo que más le importa a su huésped es que le prepare una buena comida y todo lo necesario para descansar. Está llena de buena voluntad, pero se ha olvidado preguntarse si es eso lo que más desea su huésped. Jesús le hace comprender que para él hay algo mucho más importante. Lo que a él le importa por encima de todo es que se esté a su lado en una conversación atenta y amistosa. Él ha venido aquí no tanto para ser atendido con todo detalle cuanto para ser acogido y escuchado, como ha hecho María, que “sentada a sus pies, escuchaba su palabra”. Y así se lo dice a Marta con tanta sencillez como franqueza: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con muchas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte”. Con frecuencia nosotros reaccionamos como Marta. Evidentemente, un ama de casa – y cualquiera que tiene una responsabilidad- necesita preocuparse de muchos pequeños servicios. Pero nuestra convivencia ganaría mucho si descubriéramos que lo que más desean los hijos es que sus padres les dediquen tiempo para hablar con ellos, que los ancianos reclaman, ante todo,  que escuchemos sus preocupaciones y temores, que los empleados de cualquier empresa, además del sueldo, desean que les preguntemos por su esposo/a, sus hijos y sus cosas. Ninguna asistencia material puede suplir que nos demos tiempo los unos a los otros, que nos escuchemos con paciencia y amor. Lo que más quiere Jesús es que le escuchemos y hablemos con él. Es decir, que recemos. Sólo así podrá enseñarnos cuál es lo único realmente importante.     

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