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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Cuaresma (28. II. 2016) - Ciclo C

LA ALEGRÍA DE CAMBIAR DE VIDA

“Si no os convertís, pereceréis”

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El evangelio de este domingo parece tomado de una crónica actual de sucesos. Da cuenta, en efecto, de dos casos de muerte imprevista: el de un grupo de personas asesinadas por Herodes mientras realizaban el sacrificio en el Templo y el de dieciocho personas que fueron sorprendidas por el desplome de la torre de Siloé y murieron en el acto. La gente que escuchaba a Jesús interpretaba que ambos episodios eran un castigo divino a quienes habían sido víctimas y que ellos estaban a cubierto de tales castigos. Razonaba de este modo: “Esas personas eran culpables; por eso fueron castigadas. Nosotros no somos culpables; por tanto, no seremos castigados”. Consiguientemente, el hecho de haberse visto libres de las desgracias señaladas, se convierte en un pretexto para no cambiar de vida. Jesús, en cambio, puntualiza: “¿Creéis que esos galileos eran más pecadores que los demás? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo”. En lugar de pensar que estamos protegidos para siempre, deberíamos sentirnos interpelados para cambiar. Ahora bien, cambiar no es sólo un deber. Es una gran noticia, una buenísima noticia. ¿Cómo no va a ser buena noticia decir que todos –todos, sin excepción- podemos cambiar de vida y elegir otro camino? Pueden cambiar de vida los que se han vuelto a unir después de divorciarse, los que conviven sin estar casados, los que han practicado abortos, los que han estafado al Estado o a su empresa, los que se han prostituido, los que han explotado a los emigrantes y a los niños, los que están dando grandes escándalos, los que han sembrado el odio y la lucha de clases, los que no se confiesan desde que hicieron la primera comunión, los que han roto con Dios y perdido la fe, los que están hundidos en el alcohol, la droga o el sexo, los hermanos que no se hablan, los hijos que han renegado de sus padres, los que son unos fariseos y unos farsantes. ¡¡Todos podemos convertirnos en esta cuaresma!! La misericordia de Dios nos espera en el sacramento del perdón: la Penitencia. ¡Dichosos de nosotros si oímos la voz de Dios!         

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