Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 6 del Teimpo Ordinario (11/2/2018

TODOS SOMOS LEPROSOS

“Si quieres, puedes limpiarme”

*****

Un muerto en vida. Esto era un leproso en tiempos de Jesús. Su enfermedad era prácticamente incurable. Quien la contraía estaba vetado por la sociedad, por su familia y por la religión. Tenía que vivir en despoblado y gritar “¡leproso, leproso!”, si alguien se acercaba sin saberlo, pues si le tocaba quedaba impuro y manchado como él. Un día, uno de estos desgraciados se acercó a Jesús. San Marcos no nos dice qué le había movido a hacerlo. En cambio nos da  una serie de detalles a cual más enternecedores. Ese hombre se acerca a Jesús y lo hace como no lo había hecho ningún otro enfermo: se pone de rodillas, le muestra su situación y añade: “Si quieres, puedes limpiarme”. No le dice “cúrame, por favor”. Deja que sea él quien tome la decisión. Jesús nunca defrauda. Al contrario, siempre va mucho más lejos. ¡Cómo  no iba a querer curar a este hombre, si se lo pedía con tanta humildad y generosidad! “Le curó y quedó limpio”. Pero san Marcos dice más. Jesús se conmovió y tocó su carne manchada, sin hacer ascos y sin miedo a contaminarse. Él es así. Lástima que nosotros, leprosos del alma desde la cabeza a los pies, no reconozcamos nuestra enfermedad ni le demos importancia y, en consecuencia, no acudamos a Jesús para que nos cure. Sí. Para que cure nuestros criterios, tan rastreros  mundanos, nuestras conversaciones, tan frívolas e hirientes, nuestras salidas de tono en casa y en el trabajo, nuestros pecados contra la justicia y la carne. Como nosotros no vamos a él, él viene a nosotros. El próximo miércoles comienza la Cuaresma, tiempo de gracia especial en el que Jesucristo se acerca a curar la lepra de todos nuestros pecados en el sacramento de la Penitencia. Si llevamos cuenta de los años que han pasado desde nuestra última confesión y si nos miramos con verdad y sinceridad en el espejo de nuestra conciencia, es más que probable que corramos a los pies de un sacerdote para que nos cure. Quizás el demonio te susurre que estos son “sermones de otras épocas”. Respóndele con decisión: No comparto tu  opinión y no estoy dispuesto a perderme el gozo de sentirme perdonado.         

0 comentarios