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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 2 de adviento (9.XII.2018) - Ciclo C

UN MENSAJE DE ESPERANZA

“Preparad el camino del Señor”

Lucas es un intelectual que marca bien el terreno y sitúa con exactitud los mojones de los hechos sobresalientes. El evangelio de este domingo es un ejemplo elocuente, en el que quedan bien atados todos los cabos desde el punto de vista temporal, político, geográfico, religioso y salvífico del ministerio del Bautista, como mensajero de la preparación y del anuncio del Mesías. Este ministerio tiene lugar el año décimo quinto de Tiberio, es decir, hacia el año 27 o 28/29 de nuestra era. Siendo Poncio Pilato Prefecto de Judea, Herodes tetrarca de Galilea y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la región de Traconítide. Bajo el pontificado del Sumo Sacerdote Caifás y Anás, su suegro, depuesto pero con mucha influencia todavía. En el desierto y, más en concreto, en la región del Jordán. El marco no puede ser más preciso. Juan y Jesús no son figuras míticas sino personajes bien anclados en la historia. Juan realiza su ministerio no por propia iniciativa sino por encargo de Dios. Aquí radica su importancia. El pueblo le tiene por profeta, pero Jesús dirá después que es “más que un profeta”. Como profeta grita el mismo mensaje de todos los profetas: “preparad el camino”, enderezad el sendero, allanad los valles, en definitiva, cambiad de vida. Pero es “más que profeta”, porque el suyo es un mensaje de gran consolación. Si en otro tiempo Moisés libró a su pueblo de la esclavitud material de los egipcios, ahora es Dios mismo quien viene a hacerse hombre para librar a su nuevo pueblo de otra esclavitud mucho más opresora: el pecado, la muerte, el sinsentido de la vida, la desesperanza. Ese Dios está tan cercano, que ya ha llegado y hay que abrirle las puertas del corazón y del alma. También hoy el Pueblo de Dios necesita escuchar este doble mensaje del Bautista mientras celebra el adviento 2018 y prepara el adviento de mañana, cuando el cambio de época, ahora en plena vorágine, se haya verificado. El Bautista nos apremia a cambiar el horizonte y nos abre la puerta de la esperanza: Dios no se ha ido de nuestra historia. Dios sigue estando de nuestra parte, quiere salvarnos también ahora,  Abramos nuestra vida a este Dios.

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