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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo de la Sagrada Familia (30. XII. 2019) - Ciclo C

LA VIDA NO ES COLOR ROSA

“¿Por qué nos has hecho esto?”

**** No le deseo a nadie pasar por la experiencia del extravío de un ser querido. Yo la tengo y sé la angustia y el dolor que entraña, sobre todo, para sus padres. Por eso, me resulta más sencillo acercarme al evangelio de este domingo en que celebramos la Sagrada Familia y leemos el pasaje del Niño Jesús perdido y hallado en el Templo de Jerusalén. La Virgen y san José pasaron tres días terribles hasta que lo encontraron. Hay todo un mundo detrás de las palabras que le dirige su madre cuando le encuentran: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Angustiados, acongojados, con  el corazón partido. Todo eso y mucho más encierran las palabras de María. Pero ese mundo de dolor queda pálido ante el “¿por qué me buscabais?” con que responde al porqué de su Madre:"¿Por qué has hecho esto con nosotros?” Cuando encontramos a mi hermano, recuerdo que al entrar en casa se abalanzó sobre mi madre y ambos se fundieron en un abrazo de infinito amor, hechos ambos un mar de lágrimas. Jesús no actuó así. Todo lo contrario. Sin displicencia pero con aplomo respondió a la requisitoria de su Madre: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que ocuparme en  las cosas de mi Padre?” No quiero ni imaginar la sima de dolor que habría causado a mi madre una contestación semejante de mi hermano. Por eso, entiendo que el desconcierto y el dolor que sintió María al escuchar la respuesta de su hijo sólo admite un calificativo: inefables, inenarrables, inexpresables. San Lucas, fino analista, no quiso dejarlo olvidado y puntualiza: “Ellos no lo comprendieron”. Pero María no lo echó en olvido. El evangelista vuelve a ser detallista y añade: “María daba vueltas a esto en su corazón” Muchas enseñanzas ofrece este desconcertante pasaje a las familias cristianas. Una de las más importantes es que los padres no son propietarios de sus hijos. Los  hijos son de Dios. Y Dios les da una misión que han de cumplir, aunque, a veces, rompa el corazón de sus padres. Hay vocaciones que los padres no comprenden. María les da la clave para acertar: fiarse de Dios y dejarle actuar, aunque no sea fácil.               

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