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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de Cuaresma (31.III.2019) - ciclo C

¿CON EL PADRE O CON EL HIJO?

“Estaba perdido y lo hemos encontrado”

*** Jesús no escribió libros de teología ni dictó conferencias. Sin embargo ningún teólogo ha escrito unas palabras tan sencillas, bellas y  profundas sobre el amor misericordioso de Dios como las que él dijo en la que llamamos la perla de las parábolas: el hijo pródigo, aunque sería más exacto llamarla “del padre” del hijo pródigo. La sabemos todos de memoria. Incluso los que se han separado de la fe y alejado de la Iglesia y no la escucharán en el evangelio de este domingo. Es así porque, en el fondo, es el triste retrato de todos nosotros. De los que viven como calaveras y de los que todo lo hacen bien o piensan que todo lo hacen bien. Los calaveras están representados en el hijo menor, que se las daba muy felices lejos de la casa de su padre, pero que, al encontrarse con la dura realidad de haber malgastado su hacienda y su honra, sintió la garra de la miseria física y moral, y la añoranza de la casa de su padre, donde los jornaleros se hartaban mientras él se estaba muriendo de hambre. Luego, en un arranque de sensatez y humildad, decidió volver y volvió. Pero lo  hizo con la idea de que su padre no le admitiera como hijo sino como un criado. Para su fortuna, su padre era un padrazo y no sólo no le recriminó su mala conducta sino que dio un gran banquete porque había vuelto a casa. Lo que menos podía pensar el padre es que el hijo mayor, que siempre había sido un gran trabajador y buen hijo, se enfadase por su comportamiento de padre y se negase a compartir la fiesta. En realidad también él se había ido de casa, porque, aunque vivía en ella, no había descubierto qué era ser padre y qué significaba ser hermano.  La parábola de Jesús es muy clara: el Padre que perdona y reconcilia es Dios, el hijo pródigo son los pecadores y el hijo mayor los que todavía no han descubierto que ser cristiano es algo más que cumplir unas reglas y normas, pues comporta saberse y sentirse hijo de Dios y dejarse perdonar por él en el sacramento del perdón. Avanza la Cuaresma. Avanza el tiempo en que Dios nos invita a confesarnos. Avanza el tiempo de pedir que los pecadores vuelvan a Dios, se confiesen y recobren la paz y la alegría.      

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