Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 25 del Tiempo Ordinario (22.9.2019) - Ciclo C

BILLETE PARA EL CIELO

“Ganaos amigos con el dinero injusto”

***El evangelio de este domingo habla de algo muy habitual en nuestro tiempo: la corrupción de un administrador. Quien lo lea o escuche sin especial atención, puede  sorprenderse, pues da la impresión de que Jesús aplaude la conducta de este hombre. Una conducta totalmente reprobable, porque, además de malgastar los bienes que debía administrar, falsificó a la baja los recibos de los deudores de su amo. Sin embargo, Jesús no alaba este soborno ni el derroche anterior. Lo que alaba es la sagacidad que demostró el administrador. Porque al enterarse de su despido, aprovechó el poco tiempo que le quedaba para llamar a los deudores, hacerles firmar muy a la baja los recibos de su deuda y así ganarse su simpatía y ayuda al quedarse en paro. Es esta astucia, esta sagacidad la que alaba Jesús y de ella se sirve para dar una gran lección a sus oyentes. Una lección  tan sencilla como importante: emplead vosotros –les dice- la misma sagacidad con vuestros bienes mientras vivís, para que, cuando no los tengáis después de la muerte, seáis recibidos en el Cielo. Esos “bienes” son muy variados. Jesús menciona expresamente el dinero. Emplear con sagacidad y astucia el dinero no es hacerlo rendir cada vez más o aprovecharse de él para llevar una vida cada vez más cómoda y egoísta sino emplearlo para ganarse la vida eterna. ¿Cómo hacerlo? Un modo bien concreto y sencillo es destinarlo a sacar adelante la familia y a Cáritas para ayudar a los necesitados. Pero también está bien empleado si lo destinamos a abrir o acrecentar una empresa para crear puestos de trabajo, o si lo empleamos en abrir un colegio o una universidad que garantice una  buena educación humana y cristiana, o en hacer una escuela, un hospital, un pozo artesiano en un país de misión. Quien no tiene dinero, puede tener talento, habilidades, cualidades, ciencia, tiempo. Todos estos bienes hay que emplearlos para asegurarse el cielo. No será buen camino emplearlos para levantase un pedestal de fama, de prestigio o de lo que sea. El camino adecuado es emplearlo en servir a los demás, especialmente a los más necesitados y más prójimos.    

0 comentarios