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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 31 del Tiempo Ordinario (3.XI.2019) - Ciclo C

CRITERIOS REVOLUCIONARIOS DE JESÚS

“Baja, quiero hospedarme en tu casa”

****Estamos en Jericó. Jesús ha llegado aquí para subir a Jerusalén. Jericó es una ciudad próspera e importante desde el punto de vista económico, militar y financiero. El ambiente moral está bastante relajado. Abundan los lugares de diversión para sus muchos comerciantes, soldados y viajeros. Hay un grupo numeroso de gente dedicada al cobro de los impuestos para Roma, potencia extranjera de la que ahora dependen políticamente los judíos. Tienen un nombre bien conocido: “publicanos”. Están muy mal vistos, porque no son honrados –pues con frecuencia cobran más de lo debido- y, además, están al servicio de Roma. Nadie les invita a su casa ni tampoco se deja invitar por ellos. Uno de ellos hace de “jefe”, pues los demás dependen de él y trabajan para él. Se llama Zaqueo. Le conoce todo el mundo. Incluso los niños. Además, es pequeñito, casi un enano. La gente le desprecia de modo especial. No obstante no es tan mala persona como se piensa y, de hecho, quiere ver a  Jesús. Como es tan bajito, se sube a un árbol en un punto estratégico por donde sabe que Jesús tiene que pasar necesariamente. Y, en efecto, Jesús pasa, pero hace algo en lo que él no podía ni soñar: le llama por su  nombre y se invita a su casa. El revuelo que se organiza es mayúsculo. ¡El Profeta de Galilea ha entrado en casa de Zaqueo y está comiendo allí con muchos publicanos! ¡Increíble, pero cierto! El escándalo es monumental. Pero Jesús no renuncia a emplear sus criterios revolucionarios: “Ha venido a salvar lo que está perdido, a curar lo que necesita médico, a traer al buen camino a los pecadores”. Por eso, en lugar de tratar mal a quienes se encuentran en esa situación, les acoge, empatiza con ellos y les llega así tan al corazón, que terminan confesando con Zaqueo: “Señor, daré la mitad de mis bienes a los pobres y si he robado algo, devolveré cuatro veces más” Si dejáramos entrar a Jesús en nuestras vidas, nos pasaría como a Zaqueo. Si tratáramos a los zaqueos de nuestra familia y de nuestro entorno como Jesús, se lograría más de un milagro. ¿Por qué nos empeñamos tantas veces en rechazar a Jesús y a los demás?              

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