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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 1 de Adviento (1.XII.2019) - Ciclo A

LLAMADA A LA RESPONSABILIDAD

“Estad preparados”

**** Comenzamos un nuevo año. Sí, has leído bien. Hoy es año nuevo para los cristianos, porque hoy comienza el adviento y con él el año de la Iglesia. Quizás alguno se quede desconcertado por la aparente paradoja de comenzar el año cuando enfilamos el final del año civil. No es una rareza sino una respuesta coherente. Para los cristianos, en efecto, el tiempo no es un mero arrancar hojas del calendario y subrayar los días de puente. Vivimos, ciertamente, en ese devenir de días y noches, trabajo y descanso, días laborables y festivos. Pero para nosotros el tiempo tiene un sentido mucho más profundo. Es el ámbito en el que Dios sale a nuestro encuentro para invitarnos a vivir su misma vida ya en esta tierra y así preparemos a vivirla luego por toda la eternidad. Por eso, el primer evangelio del año nos pone en tensión y nos urge a tomar la vida en serio. No podemos ser –nos dice- como los que vivieron en tiempos de Noé. Ellos se dedicaron sólo a comer, beber, casarse, disfrutar de la vida. Pensaban que la vida era eso y que eran sus dueños y señores. Pero llegó el Diluvio y todos perecieron salvo Noé, que se había preocupado de estar preparado. Algo parecido ocurre hoy para muchos. Sólo piensan en divertirse, viajar, comer, beber y pasarlo bien. Dios no entra en su esquema de vida. Rezar, trabajar por amor a Dios y para servir a los demás, no estar todo el día colgado del móvil o de la televisión, dedicar tiempo abundante a la educación humana y cristiana de los hijos, no entra en su agenda. En no pocos casos, se refugian en un cómodo y falso misericordiosismo, como si a Dios le diera igual todo. Falso espejismo y peligroso engaño. Porque –dice el evangelio de hoy- como “llegó el diluvio y se llevó a todos” los que no estaban preparados, “así sucederá cuando venga el Hijo del hombre”. No se trata de meter miedo sino de llamar a la responsabilidad. La vida no es un juego sino la oportunidad de acoger el amor de Dios y prepararse al momento definitivo con él cuando nos llegue el final de nuestro paso por este mundo. Por eso, para los cristianos el tiempo es gracia y responsabilidad.        

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