Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 17 de Tiempo Ordinario (26.VII.2020) - Ciclo A

¿DÓNDE ENCONTRAR EL SENTIDO DE LA VIDA?

“Vende todo lo que tiene y compra el campo”

*****Un campo y un tesoro. Un mercado de perlas en el que hay una de muchísimo valor. Un labrador descubre el tesoro y vende todas sus tierras para adquirirlo. Un comerciante descubre la perla y vende todo lo que posee para comprarla. Con estas dos sencillas parábolas Jesucristo quería enseñar a sus oyentes que el Reino que él anunciaba era un tesoro tan grande y una perla tan valiosa, que valía la pena sacrificar la vida entera para acogerlo. Algunos doctores de la Iglesia han dicho que el tesoro y la perla son la vocación que cada persona recibe del Creador cuando viene a este mundo. Descubrirla y acogerla es tan importante, que de ello depende la felicidad en esta vida y, probablemente, la eterna. No es una afirmación exagerada. Porque la vocación es aquello para lo que hemos venido a este mundo, lo que explica todas nuestras buenas cualidades y nuestras carencias, en una palabra: lo que da sentido a nuestra vida. La inmensa mayoría ha recibido de Dios la vocación al matrimonio, unos pocos la hemos recibido para ser sacerdotes, otros pocos para vivir el celibato y la virginidad apostólicos en medio del mundo y unos poquitos para encerrarse en un monasterio o en un convento. No se me ha ido la mano cuando he escrito que la mayoría tiene ‘vocación’ matrimonial. Sí, sí, vocación. Tan verdadera como la mía de sacerdote. Por eso, los casados no están llamados a una santidad de segunda categoría o de una categoría inferior a la de los cartujos de Miraflores. A un cartujo le asustaría pensar en ser padre de familia numerosa; lo mismo que a un padre con muchos hijos le aterraría pensar en Miraflores. En cambio, tanto el cartujo de Miraflores como el padre de familia numerosa viven felices y contentos y no se cambiarían por nadie del mundo. Han encontrado su vocación, han encontrado el sentido de su vida, saben para qué están aquí y qué vida futura les espera. ¡Pobre del que, por miedo o apegamiento a sus cosas, se casa teniendo vocación de sacerdote y pobre del sacerdote que tenia la vocación de casado! Descubramos, pues, el tesoro y la perla y la adquiramos al precio que sea.                     

0 comentarios