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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO DE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO (9.4.2023) - Ciclo A

UNA OFERTA EN EXCLUSIVA

“Resucitó, no está aquí”

Nadie lo había hecho antes. Nadie lo hace ahora. Nadie lo hará en el futuro. Jesucristo es el único que ha vencido a la muerte. Murió, sí, y fue sepultado, porque era hombre verdadero. Pero con la misma certeza puede demostrar que su cuerpo sepultado volvió a la vida. Más aún, a una vida que ya no podrá  perder de nuevo, porque ha entrado en el más allá del tiempo y del espacio. Este es el trofeo que le corresponde en exclusiva y a perpetuidad. Él no vino a la tierra para construir casas, hospitales y universidades aunque, ciertamente, lo harían sus discípulos. Vino a realizar algo incomparablemente más grande: establecer una ciudad nueva y eterna sin casas, universidades y hospitales, porque en ella  no existirá ya llanto ni dolor sino alegría, paz y amor para siempre. El triunfo de Jesucristo ha sido tan rotundo, que con él y por él hemos resucitado todos los que queramos incorporarnos a él por el bautismo. Los cristianos también resucitaremos. Lo proclamamos hasta con el nombre del lugar donde enterramos: cementerio, que se traduce por dormitorio. Lo profesamos cuando cantamos con fe: ¡Acuérdate de Jesucristo Resucitado de entre los muertos, él es  nuestro gozo, él es la esperanza, él es la salvación! Esta es y sería siempre nuestra oferta. Nadie más puede hacerla con garantía de éxito. Por eso vale la pena ser cristiano. Por eso vale la pena recibir el bautismo. Por eso vale la pena ir detrás de Jesucristo mientras recorremos esta vida. Alegrémonos, por tanto, en este día maravilloso de la Resurrección de Jesucristo y de la resurrección futura que nos aguarda.

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