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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 17 del Tiempo ordinario (30.7.2023) - Ciclo A

EL VERDADERO TESORO

“Vendió todo y compró aquel campo”

Un labrador que encuentra un tesoro, un comerciante que descubre una joya especial y un pescador que saca sus redes del mar con toda clase de peces. Estos son los protagonistas de las tres parábolas del evangelio de hoy: el tesoro escondido en el campo, la perla preciosa y las redes que arrastran peces buenos y malos. De ellas se sirvió Jesús para explicar a sus oyentes, pescadores y labradores en su mayoría, la excelencia del reino de Dios. Ese Reino vale más que todas las tierras del labrador y más que todos las perlas del joyero. Por eso ellos reaccionaron con inteligencia y sentido común al adquirir el campo del tesoro y la perla. Un día presencié cómo un campanero decía a otro profesor: “Por fin me he enterado hoy qué es el Reino de Dios”. Mi colega replicó: “Veo que hemos leído el mismo artículo”. Efectivamente, ambos habían leído un escrito del sabio Ratzinger que decía: “El Reino de Dios es el mismo Cristo”. A La luz de esa sencilla y luminosa explicación, se comprende bien que el Reino de Dios, es decir, Jesucristo, valga más que todos los campos, todas las perlas, todos los tesoros del arte, de la ciencia, de la técnica, más que todos los placeres. Por eso obran con mucha inteligencia los que hoy “venden todo”, incluido el futuro y lo que él depare, para responder a la llamada que Jesús les hace a seguirle en el matrimonio, en la vida consagrada, en el sacerdocio, en el celibato apostólico en medio del mundo. Al final de su vida, cuando Jesús verifique el contenido de sus redes, serán elegidos, mientras que los irresponsables serán desechados.  

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