Segundo domingo de Navidad (5.1.2025) - Ciclo C
NUESTRO TESORO DE NAVIDAD
“Les da poder para ser hijos de Dios”
A este domingo segundo de Navidad le ocurre como al Ebro poco antes de fundirse con el Mediterráneo. Sus aguas ya no son tan dulces como en Zaragoza, pero todavía no son tan saladas como para considerarse del mar. No en vano es un puente que sirve de paso de Navidad a Epifanía. Por eso no llama la atención que el evangelio repita el que leímos el 25 en la misa del día: el famoso Prólogo del evangelio de san Juan. En él hay dos afirmaciones de excepcional importancia. La principal es que el Hijo Eterno de Dios y Dios verdadero como el Padre y el Espíritu Santo, se hizo verdaderamente hombre, uno de los nuestros en todo igual a nosotros menos en el pecado. Nada hay superior a esta realidad. La segunda idea es menos importante pero inmensamente grande: a quienes le han acogido, les ha hecho posible ser hijos de Dios. Es el maravilloso intercambio del que hablan los Padres de la Iglesia: Dios se ha hecho hombre para que el hombre participe de su divinidad. Por pura gracia, nosotros le hemos acogido, hemos recibido el bautismo y somos hijos de Dios. Subrayo el “somos”, no sólo “nos llamamos”. Ahora que comenzamos un año nuevo, quizás es oportuno preguntarnos si somos conscientes de esta maravillosa realidad y –lo que es más importante- si la vivimos. Porque, a veces, se verifica al pie de la letra lo que dice ese formidable libro que es Camino: “Vivimos como si el Señor está allá lejos, donde brillan las estrellas” (n.267). Debemos saber que “está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso (…) ayudándonos, bendiciendo…y perdonando” (n.267).
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