Domingo 23 del Tiempo Ordinario (7.9.20259) - Ciclo C
LA PARADOJA DEL DAR Y NO DAR
“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”
Hoy será declarado santo Pier Paolo Frassati. Este italiano, que murió a los 24 años, nació en Turín en una familia con una posición económica privilegiada. Su padre era un político y empresario influyente; su madre, pintora. Estudió la carrera de ingeniero de minas. Su entorno social y profesional le ofrecía muchas comodidades y oportunidades. Pero Pier no entregó su vida al lujo sino que, con frecuencia, participaba en obras de caridad, visitaba hospitales, y colaboraba con asociaciones que trabajaban por los pobres y marginados. Esta dedicación desconcertaba a muchos de su entorno. ¿Cómo podía alguien de su clase social preocuparse tanto por los pobres? Porque Pier no solo daba dinero o cosas materiales, sino que daba tiempo, amistad y presencia sincera. Para él, la caridad era un reflejo de su convicción de que el amor cristiano exige un compromiso real, que va mucho más allá de la comodidad o la conveniencia. La vida Pier Paolo es un buen comentario del evangelio de este domingo, en el que Jesús nos dice: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. Esos “bienes” son “lo que tenemos en todos los órdenes”; incluso uno mismo. Todo ha de posponerse para seguirle. Un día se presentó ante él un joven. Era muy rico. Cuando le invitó a ir con él, prefirió su riqueza. Fue una pena, porque se había acercado contento, y se “marchó triste”. Siempre pasa igual. El que “renuncia a todo”, es decir, el que pospone todo por Jesús, “recibe de él todo”. Y al contrario, el que no lo hace, se queda vacío.
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