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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 1 DE ADVIENTO - Ciclo B

¡VEN, SEÑOR JESÚS!

No sabéis el día ni la hora 


Hoy comienza el Año Cristiano y el tiempo de Adviento. Por eso sorprende que el evangelio hable del final del mundo y de la necesidad de estar preparados para aquel momento trascendental. ¿No es Adviento el tiempo que prepara la venida del Mesías? Por otra parte, ¿el Mesías no vino ya hace dos mil años? La Iglesia ha resuelto esta dificultad con gran verdad y profundidad. No ha optado por el recurso psicológico de prepararse a recibir a Jesucristo «como si» no hubiera venido, sino que ha hecho una opción profundamente teológica: el Mesías –Jesucristo- «ya» ha venido, «ya» ha muerto, «ya» ha resucitado. Más aún, ha venido, muerto y resucitado «en cumplimiento de las Escrituras». Lo que estaba anunciado y profetizado se ha cumplido. Ver esto «como si»  no hubiera ocurrido, privaría a Jesucristo de ser el enviado por el Padre para salvarnos y a nosotros nos llevaría a una situación de «no salvados». Y eso ni siquiera es admisible en nuestra imaginación. ¡Jesucristo «ya» ha venido. Nosotros «ya» hemos sido salvados por Él! Pero Él «todavía no» ha venido del todo y nosotros «todavía no» estamos salvados del todo. Lo uno y lo otro acontecerá al final de los siglos. En ese momento, Jesucristo vendrá «del todo» y será fácticamente el «Señor» de la creación, de la historia y de la vida de cada uno. Precisamente, porque «todavía no» estamos salvados del todo y podemos perdernos con nuestra irresponsabilidad, necesitamos gritar desde lo más hondo de nuestra alma: «¡Ven, Señor, a salvarnos. Ven, Señor, ven Salvador»! No podemos lanzar ese grito a nada ni a nadie más. Porque nuestra salvación –y la salvación del mundo- no está en un partido político, ni una institución económica o cultural, ni en el poderío de una nación. ¡¡El único Salvador es Jesucristo!! Viendo nuestra impotencia y nuestra pobreza hemos de sentir la urgencia de gritarle: «Jesús: necesito que sigas viniendo a mi vida, para que no me duerma en el vicio, en la soberbia engreída, en la indolencia. Este es el sentido profundo del Adviento actual que hoy empieza. Ojalá repitamos una y otra vez: «¡Ven, Señor, y no tardes. Ven a salvarnos!».   

 

1 comentario

José Antonio Fdez. -

Me ha interesado el blog.
¿Se podría reducir el tamaño de los artículos que se presentan en pantalla y exista la posibilidad de verlo completo?
Gracias