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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 26 DEL TIEMPO ORDINARIO (27.IX) - Ciclo B

UNA RUEDA DE MOLINO MUY ESPECIAL

«Estaría mejor en el fondo del mar»

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El evangelio de este domingo es de los que ponen los pelos de punta y liberan al cristianismo del buenismo y de la blandenguería. Jesucristo no quería meter miedo a los apóstoles ni nos lo quiere meter a nosotros. Pero es honrado y nos dice que no todo le da igual y que hemos de pechar con las decisiones que tomamos. Más en concreto, a Jesús no le da igual que demos buen ejemplo a las personas sencillas y normales que creen en él y le siguen, o que les pongamos un obstáculo que ponga en peligro su unión con él. Muy al contrario, este último proceder le molesta tanto, que, al que lo haga, le dirige esta terrible sentencia: «Sería mejor que le colgasen una rueda de molino en el cuello y le pusiesen en el fondo del mar»  Es un modo de decirnos que el escándalo hay que evitarlo a cualquier precio. Algo parecido ocurre cuando somos nosotros los que nos escandalizamos. Pocas cosas apreciamos tanto los ojos, las manos y los pies. Pues bien, «si tu mano te hace caer, córtatela», «si tu pie te hace caer, córtatelo» y «si tu ojo te hace caer, sácatelo». Es claro que «mano», «pie» y «ojo» no han de ser tomados en sentido literal sino metafórico. Pero la enseñanza de Jesús es clara: estar en comunión con él, estar unido a él, es el valor supremo, de modo que hay que sacrificar incluso lo que consideramos más valioso. Podemos, ciertamente, no hacerlo, porque somos libres para abusar de nuestra libertad. Pero si lo hacemos, Jesús no nos engaña: seremos echados a la «gehenna», es decir: seremos excluidos de la eterna comunión de vida con Dios, del Cielo. No es Dios quien nos excluye. Nos excluimos nosotros mismos con nuestras decisiones y con nuestro modo de vivir. Tenía razón el que dijo que «nadie toma tan en serio al hombre como Dios, porque deja en sus manos el autoexcluirse de vivir con él para siempre». Tengamos el valor de preguntarnos cómo respetamos la vida-los bienes-la fama-la mujer del prójimo, qué ejemplo damos a los hijos y subordinados, qué enseñamos a nuestros alumnos, de qué y cómo informamos. Preguntas muy serias, pero ineludibles.           

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