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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO CUARTO DE PASCUA (25.IV.2010) - Ciclo C

JESÚS SABE CONTAR HASTA UNO

«Yo soy el Buen Pastor»

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El evangelio de este domingo me devuelve siempre la estampa del pastor que guardaba las ovejas de mi padre y de otros vecinos, cuando yo era niño. Ahora mismo le sigo viendo apoyado en su cachaba, mirando hacia el horizonte, siempre atento a cualquier movimiento del rebaño, llamando a una «la pinta», a otra «la blanca», o «la rezagada». En ella aprendo mejor que en mil libros, por qué el pastor ha tenido tanta importancia en la historia de Israel y por qué Jesucristo ha querido llamarse «buen pastor» de nosotros, sus ovejas. Ya en el Antiguo Testamento, Dios es llamado pastor de Israel: «El Señor es mi pastor, nada me falta»; «él nos lleva en sus brazos como corderillos», canta el salmista. Esta imagen ideal de pastor se realiza plenamente en Cristo. Él va en busca de la que se extravía, «conoce a sus ovejas» y, sobre todo, da la vida por ellas. Sus ovejas son la razón de su vida. Nosotros, tú y yo, somos la razón de la vida de Jesús, el Buen Pastor. Él nos conoce, sabe el pie del que cojeamos, nos ama con amor tan personal que sólo sabe contar hasta uno, y ese «uno» somos tú y yo, y cada uno de los hombres y mujeres. Ha dado su vida por ti y por mí, y por el que es de aquella ideología y de aquella otra. Además de conocernos y amarnos, nos defiende. Nadie puede arrebatarnos de su amor y protección. Ni siquiera la muerte. Porque la ha vencido con su resurrección. A veces, nos tira la cachaba, como hacía el pastor de mi padre. Pero lo hace con su misma intención: no, porque nos quiera mal o no nos quiera, sino porque sabe que es para nuestro bien, para llevarnos al Cielo. Es importante saber esto, porque si no estamos convencidos de que todo lo que Jesús nos dice y hace es para llevarnos a la vida eterna, nunca podremos mantener una relación amistosa con él y nunca escucharemos y seguiremos sus palabras. Ahora que arrecia el aullido de los lobos, es bueno recordarnos que Jesús nos defiende con mano poderosa y que siempre podremos confiar en su poder. Si escuchamos y seguimos a Jesús, por muchas y graves que sean las amenazas y ataques, estamos bien guardados. ¡No tengamos miedo!      

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